Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, Salud y Belleza

Un mensaje de esperanza


Parece ser que algo invisible ha llegado a remover al mundo entero. No lo vemos, ni siquiera ha sido experimentado por la gran mayoría de la población, pero muy dentro de la sociedad ha conseguido despertar el miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a no saber cómo ni cuándo me puede alcanzar, a no saber si mis precauciones son suficientes o si me atacará y no podré defenderme.

Nos hemos rodeado de armas nucleares, de estrategias militares, somos la sociedad más avanzada en tecnología, tenemos grandes investigadores, científicos, gobiernos de todos los gustos y colores, sin embargo, nada de esto nos es útil ahora mismo, el mundo tiembla ante esta pandemia.

Esta crisis ha destapado nuestro miedo, sin embargo, es casi seguro que saldremos de esta como hemos salido de muchas otras, unidos y codo a codo, cuidándonos responsablemente saldremos adelante.

Pero la fragilidad de la vida está aquí, delante de nuestros ojos, diciéndonos que invertimos nuestro tiempo y nuestras fuerzas en cosas perecederas, hoy estamos y mañana quién sabe.
Por otro lado, hay ciertas cosas, también invisibles, que pueden dar un vuelco al miedo: la paz, la serenidad, el sosiego, cosas que solo se sienten en el espíritu de una persona que ha entendido el sentido de su vida.

Si la vida es tan frágil que un virus nos la puede quitar, entonces es tiempo de reflexionar ¿qué hay después de la vida? Solo los que han encontrado eternidad en su corazón, son los que pueden permanecer en paz en medio de la crisis.

La Biblia dice que Dios puso eternidad en el corazón humano y Jesús dijo: yo soy la resurrección y la vida; por eso el hombre y la mujer que han decidido caminar con Jesús viven con la esperanza de la vida eterna, con la seguridad de que estamos de paso por esta vida y en cualquier momento puede terminar, pero ese final, solo es el comienzo de la eternidad.

Por lo tanto, como dijo Jesús, no temamos a lo que mata el cuerpo, temamos más bien a lo que mata el alma, a lo que la aprisiona y la mantiene con los ojos puestos en el presente y ciegos a la eternidad.

Deja hoy que el Dios invisible, llene de paz y seguridad tu corazón.

Ana Domínguez desde Aglow España.

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, La Biblia

Un salmo en la epidemia: la confianza triunfa sobre el miedo

Reproducimos este texto de Pablo Martinez Vila, para Protestante Digital

El Salmo 91 ha infundido aliento y paz a millones de creyentes en el fuego de la prueba. Su mensaje es muy relevante a nuestra situación actual de epidemia.

“El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: «Esperanza mía y castillo mío;  mi Dios, en quien confiaré.»

El Salmo 91, también llamado el “Himno triunfal de la confianza”, es una joya. Ha infundido aliento y paz a millones de creyentes en el fuego de la prueba. Según algunos comentaristas fue escrito en medio de una epidemia de peste (2 Samuel 24:13). Podrían ser circunstancias similares a las que estamos viviendo hoy. Su mensaje, por tanto, es muy relevante a nuestra situación actual de epidemia.

Vivimos días de ansiedad e incertidumbre. El mundo entero está con miedo. De pronto hemos tomado conciencia de la fragilidad de la vida. ¿Qué pasará mañana? La fortaleza en la que el hombre contemporáneo se creía seguro se ha tornado debilidad,  hay grietas en la roca y nos sentimos vulnerables. La gente busca un mensaje de serenidad y tranquilidad. ¿Dónde encontrarlo?

El mensaje del salmo 91 se resume en una frase: la confianza triunfa sobre el miedo. El salmista nos presenta tres frases clave que resumen el “trayecto” dese la ansiedad-miedo hasta la confianza:

  • “Mi Dios”:  lo que Dios es para mí
  • “Él te librará”: lo que Dios hace por mí
  • “Confiaré”: mi respuesta

1. “Mi Dios”: el carácter de Dios

El salmo empieza con una deslumbrante descripción del carácter de Dios. Hasta cuatro nombres distintos se mencionan en los dos versículos iniciales para explicar quién y cómo es Dios. ¡Formidable pórtico de entrada a la confianza! Para el salmista, Dios es el Altísimo, el Todopoderoso, el Señor (Yahweh) y el Dios Sublime.

La conciencia de la grandeza de Dios es el cimiento de nuestra confianza.  Podríamos parafrasear el refrán y afirmar  “dime cómo es tu Dios y te diré cómo es tu confianza”. En la hora del temor el primer paso es alzar los ojos al cielo, mirar a Dios y contemplar su grandeza y su soberanía.  Al hacerlo, el salmista experimenta que Dios es su Abrigo, su Sombra, su Esperanza y su Castillo. El retrato de Dios en “cuatro dimensiones” conlleva una bendición cuádruple. Conocer cómo es Dios realmente es un paso imprescindible en el trayecto hacia la confianza.

Notemos, sin embargo  que el salmista se refiere a Él como MI Dios. Esta pequeña palabra  “mi” nos abre una perspectiva singular y cambia muchas cosas: el Dios del salmista es un  Dios personal, cercano, que Interviene en su vida y se preocupa por sus temores y necesidades. Estamos ante uno de los rasgos más distintivos de la fe cristiana: Dios  no es sólo el Todopoderoso, el creador del Universo, sino también el Padre íntimo, el Abba (“papá”) que me ama y me guarda (Gal. 4:6). Éste es nuestro gran privilegio: Dios nos trata como un padre a su hijo porque en Cristo somos hechos hijos adoptivos de Dios. El salmista describe esta vivencia con una preciosa metáfora:

“Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” (v. 4)

2. “Él te librará”: la providencia de Dios

 “Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora, escudo y protección es su verdad. No temerás…ni a la pestilencia que ande en la oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya…. No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada” (v. 3-6,10).

Llegamos al corazón del salmo: la protección de Dios en la práctica. La conciencia de la grandeza de Dios ha de ir acompañada de la conciencia de la providencia de Dios.  Estamos ante un punto crucial, decisivo en la experiencia de fe. Si lo entendemos bien, será una fuente insuperable  de paz y serenidad, pero si lo malinterpretamos podemos caer en errores y extremismos, o sentirnos frustrados con Dios.

La manipulación del diablo. Es muy significativo que el diablo tentó a Jesús (Mt. 4: 6, Lc.4) con una doble cita de este salmo: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden… En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra.” (v.11-12). Usar mal las promesas de la protección divina es una tentación vigente hoy. ¡Cuidado con la súper espiritualidad  y la súper fe! Puede ser una forma de tentar a Dios como nos enseña la contundente  respuesta de Jesús a Satanás: “No tentarás al Señor tu Dios” (Mt. 4:7). Confiar en Dios no nos exime de actuar de forma responsable y sabia.

Dicho esto, no podemos minimizar la potente acción protectora de Dios sobre los que en Él confían:

«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia, lo libraré y lo glorificaré” (v. 14-15).

¿Una póliza a todo riesgo? La palabra clave es “librar”. ¿Qué significa “Dios te librará”?  La misma expresión se aplica a José -“Dios le libró de todas sus tribulaciones” (Hc. 7:10), y sin embargo el patriarca tuvo que pasar por muchos valles de sombra y de muerte. Dios no le evitó la prueba, pero  le rescató de ella. Como dijo Spurgeon, “es imposible que ningún mal acontezca a los que son amados por Dios”. La fe no garantiza la ausencia de la prueba, pero sí la victoria sobre la prueba. El apóstol Pablo desarrolla esta idea de forma majestuosa en el cántico de Romanos 8:28-39: “en todas estas cosas (pruebas) somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó, Cristo”.

Así pues, la fe en Cristo no es una vacuna contra todo mal, sino una garantía de total seguridad, la seguridad de que “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rom. 8:31).  Este salmo no es una promesa de completa inmunidad, sino una declaración de plena confianza. Confianza en la protección de Dios expresada de tres maneras.

La triple “C” de la protección de Dios. En toda situación de prueba,    

  • Dios conoce   
  • Dios controla
  • Dios cuida (de mí)

En la vida de los hijos de Dios nada ocurre sin su conocimiento y su consentimiento. El azar no existe en la vida del creyente. La providencia majestuosa del Dios personal resplandece en los momentos más oscuros: “Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegarán”. Nada sucede si Él no lo permite, como vemos tan vívidamente en la experiencia de Job. Esta promesa viene ratificada por el Señor Jesús mismo:   

¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mateo 6:15-16, Lucas 12:6-7).

3. Mi respuesta: “Confiaré”

Después de contemplar el carácter de Dios -lo que Él es para mí- y su providencia  -lo que Él hace en mi vida – el salmista exclama con firmeza: “Mi Dios en quien confiaré”.

Es una secuencia lógica. La confianza es la respuesta a unas evidencias. El salmista ha conocido a Dios de forma personal, íntima –“por cuanto ha conocido mi nombre” (v. 14). Tal conocimiento le lleva a enamorarse de Él –“en mí ha puesto su amor” (v.14) y se establece una relación estrecha. Ahí tenemos, por cierto, el meollo de la fe cristiana: es la confianza que nace de una relación de amor, la certeza de que el amado no me va a fallar porque “Él (Dios) es fiel”.

Nuestra vida no está a merced de un virus, sino en manos del Dios todopoderoso.  Ahí radica la certidumbre de nuestra fe y el cimiento de la confianza que vence todo temor. No hay lugar para el triunfalismo, pero ciertamente hay triunfo. Es el triunfo que Cristo nos aseguró con su victoria sobre el mal y el maligno en la Cruz. Es el mismo Cristo cuyas últimas palabras fueron:

“Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20)

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, Familia, La Biblia

Coronavirus, malas noticias ¿cómo reaccionamos?

Hace unos años hubo una tragedia en un cine de los Estados Unidos a consecuencia de un tiroteo; algunos muertos y varios heridos, entre ellos niños. Horrible. A los pocos días algo similar ocurre en una escuela. Murieron muchas más personas. 

En aquel entonces mi hija tenía nueve años y en la escuela escuchó algo sobre esas noticias y vino con su carita preocupada a hacerme preguntas. Esas preguntas que nunca quisiéramos escuchar porque nos recuerdan el mundo caído e imperfecto en que vivimos.

Nos recuerdan que aunque queramos, nuestros hijos no pueden vivir en una burbuja y están expuestos al pecado y a sus consecuencias.  Preguntas para las que quisiéramos tener respuestas fáciles, pero no es así.

Hoy las noticias son diferentes, las noticias son acerca de un virus que se ha convertido en pandemia y para la cual todavía no hay muchas respuestas. Sin querer minimizar lo que está sucediendo, sí creo que el hecho de tener un acceso inmediato a tanta información ha sido determinante al crear un estado de pánico en muchas personas. Y te confieso que la ansiedad también ha querido atraparme por momentos. 

El asunto es dónde estamos poniendo la mirada. ¿Cuál es nuestro sentido de seguridad? Voy a compartir contigo lo que compartí con mi hija en aquel momento porque creo que es válido para todas. 

Aquel día me senté con ella e hice lo único que con certeza podría darle una respuesta verdaderamente sabia y tranquilizadora. Busqué mi Biblia y le mostré el versículo en los Salmos que durante tantos años ha dado paz a mi corazón en medio de muchas tormentas de malas noticias: 

“Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el Señor los cuidará.” Salmos 112:7

“¿Y quiénes son ellos?”, le expliqué yo a mi hija. “El Salmo nos da la respuesta un poquito antes: los justos (v. 4)”. Lo que nos llevó a otra pregunta: ¿Quiénes son los justos?  La misma Palabra nos da la definición: “sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo” (Gálatas 2:16). 

¿Será que somos más fuertes que los demás? ¡Para nada! Pero la Palabra de Dios nos enseña que si hemos puesto nuestra fe en Jesús, no debemos tener miedo de malas noticias porque confiamos plenamente en que el Señor es soberano sobre nuestras vidas, y sea lo que sea, estamos en sus manos. 

El temor es un sentimiento humano, y es válido, siempre y cuando no dejemos que nos domine. Una mala noticia puede hacer que nuestro corazón dé un vuelco  y sintamos esta sensación incómoda en el estómago. Pero es ahí donde la Palabra de Dios, se convierte en nuestra ancla, sustento, esperanza. Es  entonces cuando recordamos que aunque la situación puede producir temor, como “justos que hemos creído en Cristo”, no nos quedamos en el temor sino que confiamos. Recordar el amor que Dios nos tiene, y que ha hecho evidente en Jesús, tiene que echar fuera el temor de nuestras vidas.

Lamentablemente no puedo decirte que vivirás una vida exenta de malas noticias, pero sí puedo decirte que al ser declarada “justa” delante de Dios, al ser su hija por medio de la fe en Jesús, ya no tienes que vivir esclava del temor: «Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!» (Romanos 8:15).

Si ponemos nuestros ojos en la prensa, o si dejamos que nuestra imaginación cobre alas, es muy probable que suframos un ataque de pánico o por lo menos que nos inunden la ansiedad y el temor. Debemos reconocer que tenemos un enemigo que anda buscando a quién devorar y nuestra mente es un campo fértil si nosotros le seguimos el juego. 

Tú y yo estamos viviendo en espera de que llegue la nueva creación. Ahora mismo no podemos disfrutar de todos los beneficios que la obra de Cristo en la cruz hizo posible. Un día sí será así para siempre, como nos revela Ap. 21:1-5. Así que podemos vivir con la esperanza, ¡y debemos vivir de esa manera! 

¿Cómo lo hacemos? Te quiero recordar el pasaje que mi esposo me recordó a mí cuando la ansiedad estaba amenazándome, 1 Pedro 5:7. 

«…echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes»

Dos cosas claras ahí: dejar la carga de la ansiedad en manos de quien es el único tiene control y soberanía sobre todo, Dios. Y, segundo, sabiendo que ÉL cuida de nosotros, incluso cuando pasamos por incertidumbre, enfermedad, dolor, coronavirus, o lo que sea. ¡En verdad la Palabra de Dios es nuestra esperanza y sostén!

En estos tiempos de incertidumbre, seamos luz, vivamos el evangelio, ¡hablemos de Cristo a un mundo que tanto lo necesita! Y cuando la ansiedad y el temor quieran atraparnos, corramos a los pies de nuestro Señor y revistamos nuestra mente de Su Palabra.

(Un buen artículo que explica sobre el virus, escrito por un pastor y especialista en enfermedades infecciosas: haz clic aquí).

Bendiciones,

Wendy

Cosas de Casa, Crecimiento Espiritual

El poder de la Palabra: Bizcocho de las Escrituras

Yo no sé vosotras, pero ya que no ha nevado en Madrid, ya estoy lista para la primavera. Mis narcisos han florecido y escucho a los pájaros  que empiezan a hacer sus nidos y estoy lista para la «Nueva Vida»

Me encanta lo que significa que la primavera llegue cada año…. nueva vida, pastos verdes, días cálidos y noches frescas y ¡la promesa del verano en camino!

Desde que vivo en España, he disfrutado muchísimo de las noches de verano españoles. Mi hija (que tiene 21 años ahora) y yo salimos a caminar todas las noches alrededor de las 11:00 de la noche; es tan relajante antes de acostarse.  ¡Ella ha sido una gran bendición para mí en este viaje de la vida!

He sentido que mi espíritu se ha renovado en las últimas dos semanas. Hemos pasado por algunas aguas turbulentas  recientemente y parecía que incluso las pequeñas cosas me resultaban algo frustrantes.  Mi  estado me desagradaba mucho y necesitaba un impulso para combatir la mala racha.

Empecé a memorizar algunos versículos de la Biblia y reemplazar los pensamientos negativos con la verdad de la Palabra de Dios.  ¡Algo empezó a cambiar en mí! Estoy memorizando las escrituras que mi pastor había citado en la iglesia un domingo y el tema era  «La alegría del Señor es mi fortaleza».

Vaya… La palabra escrita es DIOS CON NOSOTROS.   Es el poder de Dios para ayudarnos y sanarnos. Animo a cada una de vosotras a comenzar un programa de memorización de la Biblia. Nunca se sabe cuándo uno puede necesitar una de esas citas en un momento de crisis o momentos de desánimo.

Esta es una receta para un bizcocho inspirado en las Escrituras, para aquellas de vosotras que os guste cocinar. Es divertido de hacer y puedes aprender sobre la Biblia en el proceso.

Bendiciones en vuestras vidas,

Bizcocho de las Escrituras 

(receta original en inglés y fotos aquí)

Para el bizcocho: Esta primera parte es para que busques en la Biblia y encuentres de qué ingredientes habla.

3/4 taza Jueces 5:25

1 1/2 taza Jeremías 6:20

5 Isaías 10:14

3 tazas Levítico 24:5, cernida

3 cucharaditas 2 Reyes 2:20

3 cucharaditas Amós 4:05

1 cucharadita Éxodo 30:23

2 Crónicas 09:09

1/2 taza Jueces 4:19

3/4 Génesis 43:11, picado

3/4 taza  Jeremías 24:5, picado

3/4 taza 2 Samuel 16:1

Génesis 43:11 enteras para decorar (almendras)

¿Cómo lo hiciste?

Para el bizcocho: Ahora las respuestas para ver si lo hiciste bien.

3/4 taza Jueces 5:25 (mantequilla)

1 1/2 taza Jeremías 6:20 (azúcar)

5 Isaías 10:14 (huevos, separados)

3 tazas Levítico 24:5 cernida (harina)

3 cucharaditas 2 Reyes 2:20 (sal)

3 cucharaditas Amós 4:5 (polvo de hornear)

1 cucharadita de Éxodo 30:23 (canela)

1/4 cucharadita cada 2 Crónicas 9:9 (especias, nuez moscada, jengibre, pimienta de Jamaica)

1/2 taza Jueces 4:19 (leche)

3/4 picado Génesis 43:11 (nueces)

3/4 taza picado Jeremías 24:5 (higos)

3/4 taza 2 Samuel 16:1 (pasas)

Génesis 43:11 enteras para decorar (almendras)

En un recipiente o en el cuenco de una batidora eléctrica, batir la mantequilla y el azúcar hasta que la mezcla esté suave y esponjosa. Batir las yemas de huevo, una a la vez, mezclando bien después de cada adición. Tamizar juntos la harina, sal, polvo de hornear, la canela y las especias.

Batir la mezcla de harina en la mantequilla y la mezcla de huevos, alternando la leche y la harina hasta que esté mezclado.  Batir las claras de huevo a punto de nieve y añadir a la masa. Agregar poco a poco las nueces picadas, los higos y las pasas. Poner en un molde de tubo redondo previamente engrasado y espolvoreado con harina.

Hornear a 180 grados C hasta que un palillo insertado en el bizcocho salga limpio, aproximadamente una hora y diez minutes. Retirar del horno y dejar enfriar. Después de quince minutos, sacar del molde sobre una rejilla de alambre para enfriar completamente. Rociar con el Jarabe Jeremías.

Jarabe de Jeremías:

1 1/2 tazas de Jeremías 6:20 (azúcar) 1/2 taza Génesis 24:45 (agua) 1/4 taza Génesis 18:8 (mantequilla)

En una cacerola a fuego lento, derrita el azúcar, revolviendo de vez en cuando para evitar que se pegue. Después que el azúcar se derrita, continuar la cocción, revolviendo continuamente, hasta que quede un color dorado. Agregue el agua y cocine, revolviendo frecuentemente, hasta que quede suave. Retirar del fuego, agregar la mantequilla y revuelva hasta que se derrita, dejar enfriar.

Rociar sobre el bizcocho y decorar con almendras enteras.

Kathy

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal

Consejos para vivir en medio del caos

En un mundo de tanto estrés e inestabilidad, es muy fácil ir con la corriente y convertirnos en un manojo de mujeres nerviosas y temerosas. Sin embargo, nada más lejos del diseño de Dios. Eso no es lo que nuestro Padre amoroso quiere para ti y para mí. El caos seguirá rodeándonos por todas partes, nuestra manera de reaccionar marcará toda la diferencia.

¿Qué hacer entonces? Hoy quiero compartir contigo algunas lecciones que he aprendido en mi caminar con Jesús.

  • Nuestra paz no viene por un cambio de circunstancias, nuestra paz es una persona, Jesús, y por tanto viene al conocerle. Cultiva cada día tu relación con él.
  • Sé selectiva al escuchar. Las malas noticias son lo que produce el sustento a la mayoría de las cadenas noticiosas pero no son el alimento para una mujer de Dios. Si les seguimos la rima, acabaremos escondidas debajo de las sábanas.
  • Cuando el temor saque la cabeza, acude a tu arsenal de promesas de Dios. Si dejas que asome más que la cabeza, le darás oportunidad de apoderarse de ti; si lo atacas desde el principio, la batalla estará ganada.
  • Pon tus reacciones bajo el control del Espíritu Santo. No podemos controlar lo que sucede, en la mayoría de los casos, pero sí cómo reaccionamos.
  • El negativismo es muy contagioso, rodéate de personas que te hagan reír y recordar que Dios te ama, sea lo que sea.
  • Camina, contempla la creación, respira profundo y da gracias por la belleza que nos rodea. Este simple acto nos hace recordar que estamos vivas y eso por sí solo es un regalo de Dios.
  • Canta, alaba. No importa si eres afinada o no, ni si tu voz es digna de una compañía de óperas. Cuando alabamos a Dios dejamos de pensar en las circunstancias y nos enfocamos en aquel que controla toda circunstancia.    
  • Dedica tiempo a las relaciones humanas. No hay nada que las pueda sustituir. Dios nos hizo para vivir en comunidad.
  • Memoriza la Palabra de Dios. Aquello que llene tu mente, llenará tu corazón.
  • Lee un buen libro. La lectura nos enriquece, nos permite viajar con la imaginación y nos da la oportunidad de aprender sin mucho esfuerzo.
  • Usa la creatividad. Hay algo en este acto que produce una sensación de bienestar. No importa qué sea, desde un rico plato de comida, una manualidad, hasta algo para el hogar, el jardín o algún miembro de la familia.
  • Descansa. El cansancio es el peor enemigo de un buen estado de ánimo, tal es así que Dios nos mandó a descansar. Sé intencional en disfrutar el descanso. Tú no eres una máquina, eres una persona.

Espero que estos consejos sean de bendición para tu vida, y si así es, ¡compártelos con tus amigas!

Bendiciones,

Wendy

(Publicado originalmente en wendybello.com)

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7 maneras de vivir con intencionalidad

¿Sabías que en el siglo XXI estamos padeciendo de un problema general? Se llama falta de atención. Y no me refiero a la enfermedad desde el punto de vista clínico. No, me refiero al fenómeno que cada vez se expande más por la sociedad aplastada por el peso de la tecnología.

Varios estudios han demostrado cuánto ha disminuido la productividad de las personas porque sus cerebros están cambiando constantemente de actividad: correo electrónicos,  alerta de mensajería instantánea, mensajes de texto, varias ventanas abiertas en el navegador de internet y un ratón que hace clic aquí y clic allá, actualizaciones en Facebook, llamadas telefónicas… solo de pensarlo me agota pero sé que así vivo yo también.

El resultado de todo esto es primero, como dije, poca productividad. El famoso mito de la multitarea quita más de lo que da.  Muchas tareas comenzadas, pocas terminadas. Agotamiento físico y mental.

Y últimamente Dios ha estado llamando mi atención al respecto. Aparentemente estamos en muchas cosas y lugares a la vez, pero nuestra mente no está en ninguno. No de manera completa.

Esa no es la vida abundante que Dios quiere para ti y para mí. Una vida de torbellino, agotada, con la mente corriendo de aquí para allá, ese no es el plan de Dios. El plan de Dios es una vida con prioridades, una vida con paz en medio del caos, una vida en la que aprovechemos el tiempo. Pero aprovechar el tiempo no es hacer varias cosas a la vez durante el mismo período de tiempo sino vivir a plenitud cada período de tiempo…porque nuestros días son muy cortos en esta Tierra. El plan de Dios es que vivamos con intención. 

intención.(Del lat. intentĭo, -ōnis).f. Determinación de la voluntad en orden a un fin.

¿Qué vamos a determinar? Bueno, empecemos por hacer lo que leí una vez (lamento no recordar el libro): donde estemos, estemos allí 100%.  Y no me refiero solamente a un lugar físico, me refiero a la tarea que estemos haciendo, a la conversación que entablemos, etc.

Así que hoy te propongo otra lista de “7”, para vivir con intención la semana y ver qué tal nos va.

  1. Aparta al menos 30 minutos para darle tu atención completa a Dios. {Si esta meta es muy alta para empezar, dedica menos tiempo, pero con toda intención.} Ese será sin duda el momento más importante de tu día.
  2. Cuando tu esposo llegue a casa en la tarde, o los niños regresen de la escuela, conversa con ellos mirándoles a los ojos, escuchando de veras. No trates de combinar ese momento con otro para ganar tiempo. Estas son las personas más importantes en tu vida. Lo demás puede esperar.
  3. Besa y abraza. En la vorágine del siglo XXI hasta esto se ha vuelto escaso. Dicen los que saben que los matrimonios que se besan y abrazan todos los días, son más felices. Y los niños que reciben besos y abrazos de sus padres se sienten más seguros y queridos.
  4. Usa un reloj o temporizador. Dividir las tareas por tiempo ayuda a concentrarnos mejor. Veinticinco minutos es un buen número. Y al terminar los 25, toma agua, camina un poco, haz algo que implique cambio de actividad. Y vuelve a empezar con otros 25 minutos.
  5. Alimenta tu alma. Cambia un poco de televisión por un buen libro. Y si no eres de las que gusta mucho de la lectura {gracias de paso por dedicar unos minutos a esta}, entonces “escucha” un libro. Esta era de tecnología nos da esa ventaja. Leer, o escuchar, un buen libro nos desafía a pensar, y así ejercitamos el cerebro, que a fin de cuentas también es un músculo.
  6. Cuida de tu cuerpo. El templo del Espíritu. Sé que nos cuesta…a mí me cuesta. Pero somos responsables de él. ¿Media hora de ejercicios cada día es mucho? Comienza por menos, quizá tres veces por semana. El asunto es ser intencionales con los ejercicios, con lo que comemos.
  7. Cena en familia. Este es otro de los hábitos casi extintos de nuestra era post-moderna. Pero, ¿sabías que las familias que cenan juntas son más saludables emocionalmente? ¿Y que los hijos que cenan con sus padres son más abiertos y menos propensos a conductas dañinas? Los horarios a veces chocan, el tráfico nos demora, etc. Pero no es imposible. Si no todos los días, busca que sea la mayoría.

Podríamos añadir otras cosas, pero voy a empezar por estas siete. Sí, para mí misma. Tal vez tú las quieras hacer tuyas.

Quiero vivir con intención mis días y así traer al corazón sabiduría.

¡Esa es la vida que Dios diseñó!

Wendy

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, Recetas

Pakora india … y unos pensamientos

Hoy comparto «instrucciones» o «direcciones» de una receta luego abajo. Cuando vamos por la vida siguiendo una dirección, vamos por diferentes caminos. 

Antes, usábamos mapas para ir a la dirección correcta pero ahora hay GPS o navegador. Le dices a la dirección a la que quieres ir y te guía; aunque, no siempre sigues sus instrucciones y claro, si eso sucede, él te «recalcula» el itinerario. 

Esto me hace pensar en lo que Dios hace con nosotros, tenemos un guía que nos dice la dirección a seguir y si no lo hacemos, a veces nos perdemos, o nos cuesta un poco, o bastante más llegar al destino.

Pero el Camino está señalado para que lo sigas. 

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.

Salmos 143:10

Receta de Pakora

Ingredientes (4 personas):

100 g de coliflor

100 g de cebolleta

100 g de zanahoria

125 g de harina de garbanzos

70 ml de agua

10 g de comino molido

10 g de garam masala

5 g de bicarbonato

5 g de sal

aceite de oliva virgen extra

Salsa:

1 yogur griego

1 cucharada de miel

1 cucharada de zumo de lima

perejil

Elaboración de la receta de Pakora:

Pica las verduras finamente. Cuece la coliflor al vapor durante 3 minutos.
Coloca en un bol la harina de garbanzos y el agua y mezcla con una cuchara de palo. Sazona. Añade el bicarbonato, el comino y el garam masala. Mezcla bien. Agrega las verduras y mezcla bien.

Calienta una sartén con aceite. Cuando esté caliente, agrega a cucharadas pequeñas porciones de la masa. Fríelas y escúrrelas sobre una fuente cubierta con papel absorbente.
Pon el yogur en un bol, añade la miel y el zumo de media lima y mezcla bien.
Sirve las pakoras y acompáñalas con la salsa de yogur. Espolvorea la salsa con perejil picado.

Maite

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal

El primer paso de una mujer eficaz

En 1989 Stephen Covey publicó por primera vez su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” que ha vendido más de 25 millones de copias. De esto hace ya 25 años, sin embargo, la gente lo sigue comprando. ¿Por qué? Porque todos queremos lograr el éxito en la vida y para eso necesitamos ser personas efectivas.

Sin embargo, se le atribuye a Albert Einstein haber dicho lo siguiente: Seguir haciendo las cosas de la misma manera y esperar obtener resultados diferentes es locura. Esa es la clave. No basta con desearlo, necesitamos hacer algo al respecto, de manera intencional, cambiar lo que hemos estados haciendo que no nos ha dado resultados.

Una de las cosas que he aprendido acerca de la efectividad es el valor de planificar. Necesitamos una estrategia. Básicamente esto responde a una pregunta, ¿cómo llego de donde estoy a donde quiero estar?

Jesús conversaba un día con sus discípulos (aparece en Lucas 14) y usó esta ilustración:

“No comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comenzaría a construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay suficiente dinero para terminarlo? De no ser así, tal vez termines solamente los cimientos antes de quedarte sin dinero, y entonces todos se reirán de ti.  Dirán: “¡Ahí está el que comenzó un edificio y no pudo terminarlo!”.¿O qué rey entraría en guerra con otro rey sin primero sentarse con sus consejeros para evaluar si su ejército de diez mil puede vencer a los veinte mil soldados que marchan contra él? Y, si no puede, enviará una delegación para negociar las condiciones de paz mientras el enemigo todavía esté lejos.

Ser eficaz requiere que adquiramos el hábito de tener planes, y para planificar necesitamos comenzar por evaluar:

  • ¿Cómo está mi vida a nivel personal (salud física, emocional, espiritual), relacional, profesional, etc.? Tómate tiempo para hacer esta evaluación. Sé honesta. Pídele a Dios que te ayude a ver con claridad las respuestas.
  • ¿Cómo quiero que esté en el futuro? Si no hago cambios, ¿cómo será? Si sí los hago, ¿dónde estaré? De nuevo incluye los aspectos físicos, emocionales y espirituales y busca la respuesta de Dios.
  • ¿Qué cambios puedo hacer, cómo y en qué orden?  Dice Proverbios 21:15: “Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza.” Para ser mujeres eficaces, con planes efectivos, necesitamos pensar bien, analizar, no actuar por impulso.
  • Establece maneras de chequear el progreso de tu plan y si es posible, busca una persona que pueda ayudarte a mantenerte enfocada en esos planes. Una especie de rendición de cuentas.

El escritor francés Antoine de Saint-Exupéry dijo: “Una meta sin un plan, es solo un deseo”. Incluso cuando sepamos adónde queremos llegar, la meta, si no tenemos un plan, se quedará en deseo. La gente altamente eficaz tiene planes. 

Y claro, no puedo hablarte de planes sin dejar de decirte algo de parte de Dios: “Podemos hacer nuestros propios planes,  pero la respuesta correcta viene del Señor. Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito” Pr 16:1, 3. Ahí está la clave. 

Una vez que hayas hecho todo lo anterior, escríbelo. Escribir nos ayuda a visualizar las cosas y enfocarnos en lo que realmente queremos.  Hace que la idea se vuelva más tangible. Y luego, con tu lista en la mano, ve donde Dios y preséntasela. Pero ve dispuesta a que haya cambios, a que quizá el orden se altere, algunas cosas desaparezcan y otras que ni habías considerado se sumen. Pero ten la certeza de que como dice este pasaje, así tus planes tendrán éxito y recibirás la respuesta correcta.

¿Lista para comenzar? Vamos a dar el primer paso hoy para ser mujeres eficaces que viven en las metas y propósitos de Dios.

Wendy

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, Familia

Edurne Mencia: ser antes que hacer

Mi esposo salió ayer a un viaje a la selva con un grupo de hermanos. Algunos de ellos llegaron desde Argentina para ver “en directo” el ministerio que se está haciendo entre los indígenas de la selva de Venezuela. Y uno de ellos compartió algo que me ha dado que pensar:

Ser antes que hacer.

Los cristianos comprometidos con la obra de Cristo estamos siempre ocupados en hacer. Soñamos y oramos por hacer cosas grandes para Dios, en hacer un impacto a nuestro alrededor, en conseguir las metas que nos hemos trazado en nuestro servicio al Señor.
Ministerio. Servicio. Hacer.

Pero, muchas veces, nos olvidamos del ser. Nos olvidamos de que antes de hacer cosas para Dios tenemos que ser discípulos. Tenemos que ser adoradores. Tenemos que ser estudiosos de la Palabra. Tenemos que ser parte de una relación entre nosotras y Dios.

Comunión. Adoración. Ser.

La única manera de tener un ministerio efectivo es siendo. Ser antes que hacer.
Mis hijos están acostumbrados a vernos hacer muchas cosas, a servir a Dios de muchas maneras y de hacer ministerio hasta el agotamiento. Tienen en casa un ejemplo continuo de trabajo para el Reino y estoy muy contenta por eso. Creo que es algo que está forjando su carácter y les está dando una idea clara y práctica de cómo ser adultos que aman y sirven a Dios.

Pero me puse a pensar si también están recibiendo de nosotros la instrucción en el “ser”. ¿Estamos siendo ejemplos en comunión? ¿Estamos siendo ejemplos en nuestro tiempo de oración, de alabanza y de estudio de la Palabra de Dios? ¿Estamos enseñándoles a ser discípulos como lo más importante de todo?

No siempre. No de manera constante ni intencional al menos.

¿Cómo ayudarlos a entender que “ser” siempre tiene que venir antes que “hacer”? ¿Qué disciplinas espirituales necesitamos enseñarles y, sobre todo, en qué aspectos de nuestra relación con Dios debemos ser ejemplo a nuestros hijos? ¿De qué manera lo hacemos?

Oración

Desarrollar la disciplina de la oración lleva tiempo y esfuerzo. Lo primero que tienes que enseñarles es que no hay oraciones “correctas” o “incorrectas”. Orar no es nada más que hablar con Dios. Ayúdalos a entender que pueden hablar con Él de cualquier cosa: preocupaciones, cosas que les gustan, cosas que no les gustan, peticiones, acciones de gracias… Enséñales a orar versículos de la Biblia, ayúdales a perder el miedo de orar en público, ora por ellos y con ellos. Anota las peticiones de oración de los miembros de la familia y amigos para que puedan estar todos orando por eso.Lectura de la Palabra
Enseñemos a nuestros hijos a leer una porción de la Biblia todos los días. No solamente a leerla, sino también a pensar en ella, en qué dice, y, sobre todo, a buscar cómo aplicar a su vida diaria lo que han leído. Anímalos también a memorizar la Palabra de Dios. Puedes encontrar planes de lectura para ti y para tus hijos (con devocionales y actividades específicas para ellos) en Ama a Dios Grandemente.

Alabanza y adoración

Asociamos la alabanza al “tiempo de canto en la iglesia” y poco más. Pero esto no debe ser así. Seamos ejemplo de adoración para nuestros hijos. Enseñémosles que cualquier momento y lugar es bueno para adorarle, que no se trata de las canciones que cantas, del tono que usas o de que haya instrumentos o no. Que la alabanza y la adoración a Dios son una actitud del corazón.

Ayudemos a nuestros hijos (y a nosotras mismas en el proceso) a ser antes que hacer.

Contenta en Su servicio,

Edurne

Crecimiento Espiritual, entretenimiento

La belleza y la salud ¿en la música?

En general, hablamos de la belleza de la naturaleza, lo cual es innegable. Aunque las alarmantes noticias a diario nos van informando de la degradación acelerada que estamos infringiendo en nuestro planeta Tierra. Pero no vengo a hablar de situaciones deprimentes, lo cual causa discusiones o divisiones. Prefiero mantener el pensamiento positivo y alentador, pero sobre todo, de responsabilidad frente a nosotras mismas y a toda aquella persona que nos rodea. Deseamos seguir admirando la naturaleza que Dios ha creado para el ser humano. Como dice el salmista: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmos 19:1).

Estas palabras siempre me llevan a disfrutar de una de mis pasiones: la música. Tengo lo que se suele decir, un gusto ecléctico. Muchas veces hemos oído la frase «la música amansa las fieras». Personalmente, la música ya sea desde la clásica hasta la más vanguardista, me suele hacer recordar y pensar en la belleza inherente en el ser humano. Para muestra, un botón: «What a wonderful word». ¿por qué no dedicas unos minutos para oír esta canción? Ten por seguro, que te va a transportar a esos momentos felices que marcan nuestras relaciones personales, los cuales queremos que se conviertan en imborrables.

Durante las vacaciones navideñas del 2017, una vez más tuve la oportunidad de poder presenciar en directo de la magia del patinaje artístico. En efecto, esta es otra de mis pasiones. La perfecta combinación del patinaje artístico con la música solo me aporta sentimientos y sensaciones positivas que me animan y me alienta a seguir adelante, a ir desechando esas «despedidas grises» como canta Pablo Alborán; ya que «los días más felices no han llegado» como dice en el siguiente verso de la misma canción. Comparto con todas este maravilloso programa de exhibición del patinador español Javier Fernández, siete veces campeón de Europa, dos veces campeón del mundo y medalla de bronce olímpica. Fue con ocasión de su gira de espectáculos RevolutiOnIce. Javier Fernández ya ha dejado la competición; por lo cual fue mucho más emocionante con un corazón vibrante y palpitante en cada segundo de la interpretación y el deslizamiento de los patines. La gran sorpresa, si cabe, en sí mismo el arte del patinaje fue que en la última función en Madrid, Pablo Alboran, compositor español, acompañó en el piano interpretando uno de sus últimos éxitos «Prometo».

Después de ver y oír ¿no crees que puede convertirse en una declaración personal de intenciones? Estamos en el primer mes del nuevo año queridas amigas. Por lo tanto, vayamos pasito a pasito, en oración cada día. Porque como también encontramos en la Biblia: «Encomienda al Señor tus obras, y tus pensamientos serán afirmados» (Proverbios 16:3).

Desde el fondo de corazón, que para este nuevo año sigamos recordando que somos una parte importante de la belleza de la creación de Dios.

Nilda

Nilda