Mi 2020 no está ni dañado ni malo. El 2020 está para sacarme de mi zona de confort, de esa que solo vivimos para el «yoismo» y mis planes.
Para que aprenda el verdadero significado de lo que es amar a tu prójimo, o sea, a los que viven bajo mi techo. Eso porque no les tengo paciencia o tolerancia y exijo cosas que ni yo misma hago. ¡Soy tan imperfecta! Siguiendo y corriendo asfixiada detrás de un Dios perfecto.
Mi 2020 está para darme bofetones para que reaccione que hoy estamos, pero en una horita ya no. Acabo de pasar un domingo donde vi una persona conocida viva y pasaron menos de 6 horas y murió.
Mi 2020 está para que vea que la tierra tiembla, los vientos soplan y las pandemias existen, que todos los meses hay cosas cambiantes PERO Dios sigue siendo el mismo. ¡¡¡Él nunca cambia!!! Sigue estando junto a mí y me acompaña en este caminar por este mundo ¡el cual es temporero!
Que el Niagara sí se puede pasar en bicicleta cuando usas una bici tándem y lo montas a Él. Nadie puede asegurar que el 2021 será mejor; SOLO se puede asegurar que Dios si estará contigo si se lo permites…
Al final le doy gracias a Dios por darme un 2020 diferente lleno de muchos subes y bajas emocionales. Pero sobre todo que en este 2020, he visto Su mano como nunca lo había visto y con solo eso puedo decirle: No importa ya como serán mis meses venideros, solo importa que sigas conmigo y no me sueltes, sigue acompañándome porque ¡contigo todo se convierte en propósitos buenos!!
«Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar»
¿Qué bendiciones inesperadas te han sucedido debido a la cuarentena de Covid-19?
En California, nuestro gobierno nos ordenó «refugiarnos en casa». Se nos permitía salir, pero hasta este fin de semana, no podíamos ir a lugares públicos excepto por necesidades «esenciales». Es un sistema más basado en el deber cívico que en la supervisión de la policía.
He oído que a mis amigos en España, Italia, China y otros países ni siquiera se les permitió salir hasta hace poco, y que la policía podían multarlos o arrestarlos por no respetar las normas. Nos hemos quedado en casa, por supuesto.
Aunque he derramado muchas lágrimas por extrañar a mis padres, mis planes cancelados, mi soledad y mi hijo mayor que tuvo que abandonar la escuela, el Señor nos ha bendecido durante este tiempo. De repente, nuestra familia ha tenido mucho tiempo para estar juntos.
Aprendí a editar vídeos y publicarlos en la red para nuestra iglesia, ya que no podemos reunirnos en persona. Tenemos un nuevo gatito: Mi dieta ha sido más saludable que antes, mi casa está casi organizada y mi jardín se ve mejor que nunca en mi vida.
Uno de los proyectos en los que mis hijos y yo trabajamos juntos fue crear un Jardín de Hadas. Utilizamos piedras planas, tres arbustos y una área que de otro modo no se usaría para crear este jardín juntos.
En los últimos meses, hemos visto los pequeños arbustos hojear pequeños árboles en miniatura, y cavamos un sinuoso «arroyo» para regar el jardín. Podamos los arbustos para mantenerlos bonitos y saludables.
El jardín en marzo, cuando todo empezó.Mi hija Juanita de 5 años al lado del jardín en mayo.La «corriente» que trae agua a nuestros pequeños arbustos como la palabra de Dios riega nuestras vidas en el Salmo 1: 3
Creo que quizás Dios también me está podando durante este tiempo. Él usa cuarentenas, tragedias, dolor y lágrimas para convertirnos lentamente en las personas que Él quiere que seamos.
Y una y otra vez me recuerda que Jesús es suficiente. Le agradezco sus bendiciones durante la cuarentena, le agradezco por podarme y le agradezco por hacernos a mí y a mi familia como un árbol plantado por corrientes de agua.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Sino que en la ley del Señor está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.
3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.
Si comparas realidades, es difícil de saber. Hay fragmentos caóticos y hay fragmentos estables. Hay movimientos y hay esperas. Hay destrucción y hay creatividad. Hay duelo y hay esperanza.
Salí por primera vez esta semana para hacer algo más aparte de la compra. Contando con un permiso oficial, un grupo de voluntarios pudimos juntarnos para repartir bolsas de comida a 130 familias. La semana que viene ayudaremos a 130 familias más. En total, serían 260 familias a las que esta crisis afectará mucho mas que con un simple confinamiento. Me cuesta aceptarlo.
La calle está vacía. Los parque sin niños y risas. La biblioteca y la churrería del final de la calle están cerradas. Se dice que muchas empresas locales no podrán reabrir. Me pregunto quiénes serán los afortunados que lo logren.
Pronto saldremos, pero no saldremos a la realidad de antes. Más de 20 000 personas ya no están. Es una cifra tan grande que ni se cómo tragármelo. Por ahora, esa realidad no ha llegado a mi fragmento.
En mi fragmento de realidad saldré a una calle llena de mascarillas. Veré miradas que se preguntan: ¿Y tú? ¿Cómo has vivido esto?
Mi fragmento de realidad incluirá viajes cancelados, comidas con mis padres, pero sin abrazos, quedadas dispersas y a distancia con mis amigos y con mi comunidad de fe, trozos de tiempo en los cuales debo decidir qué hacer.
En otros fragmentos de realidad el privilegio resalta. Se reincorporarán a una incertidumbre grave, algunos con pérdida de seres queridos, otros con pérdida de trabajo, ansiedad, depresión, miedo, hambre…
Vivimos en un fragmento de tiempo raro. Hay caos mental, emocional y hasta espiritual. No importa en qué lado del espectro social te encuentres. ¿Realmente podremos encontrar belleza en esto?
Hoy escuché a alguien decir que en chino, la palabra crisis significa peligro y oportunidad. A veces nos tienen que pasar cosas graves para sacudirnos, para movernos hacia el cambio. Me pregunto si esta es nuestra oportunidad.
Hace apenas un par de semanas lo que hoy vivimos no pasaba por la mente de nadie, en nuestro mundo occidental. Las noticias de lo que ocurría en China eran solo eso, algo que sucedía a miles de kilómetros, pero sin afectar a nadie más.
Huelgan las explicaciones, hoy todos estamos viviendo la misma pesadilla, por decirlo de alguna manera. Esta pandemia y sus efectos eran algo que solo habíamos visto en películas, jamás imaginamos que se convertiría en nuestra realidad; pero lo es. Ayer estuve en el supermercado y los anaqueles vacíos, las personas usando máscaras y guantes, la distancia entre unos y otros, los rostros asustados me recordaron que no estaba soñando ni viendo una película futurista. ¡Era real!
Las redes sociales compiten por nuestra atención con noticias que a veces no sabemos si quiera si son ciertas. Muchos proponen supuestos métodos de protección para evitar el contagio. Circulan videos que nos dejan sin palabras. Los gobiernos tratan de encontrar soluciones que disminuyan el avance del ya relevante Covid-19, mientras que en Twitter las guerras de opinión no cesan.
Ante todo este cuadro surgen preguntas que en realidad todavía no tienen respuesta, y quizá no la tendrán por mucho tiempo. Pero la vida continúa, ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo se vive cuando el mundo está al revés, cuando el futuro parece tan borroso?
Bueno, yo no tengo una respuesta con solución a muchos de los problemas que enfrentamos por este virus, pero sí puedo compartirte lo que dice Dios para cualquier situación: vivimos un día a la vez. A lo mejor te preguntas dónde está eso en la Biblia. Ven conmigo a Mateo 6 y veamos estas 4 verdades.
«Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”. Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas.» (31-34)
No preocuparnos es un mandato que tenemos los que estamos en Cristo. No es opcional. De hecho, la Biblia lo repite una y otra vez, de diferentes maneras: «no estén afanosos, no estén ansiosos, no se preocupen»… Y sí, la preocupación puede llegar en un momento, y llegará porque nuestra naturaleza humana caída está sujeta a todas estas cosas, pero la preocupación no debe dominarnos. ¿Por qué?
Porque nuestro Padre celestial está al tanto de nuestras necesidades, Él lo sabe. Aquí es donde nos frustramos porque nuestra lista de necesidades muchas veces es más bien una lista de deseos. Jesús en este pasaje nos está diciendo que Dios nos dará todo lo que necesitemos. Y sabes, ¡qué bueno que es así!, porque en muchas ocasiones nuestros deseos provienen de un corazón torcido, que no sabe bien lo que quiere y mucho menos lo que necesita. En tiempos como estos, tenemos que descansar en que Él sabe, está al tanto.
En lugar de preocuparnos por estas cosas, pongamos la mirada en el reino de Dios. Ahora que tenemos tanto tiempo en nuestras manos es un buen momento para meditar en lo que realmente consume mi mente, mis esfuerzos, mis metas. ¿Realmente vivo para el reino de Dios? Pensar en cristianos de tantos lugares con carencias y persecución me recuerda lo que en verdad es vivir para el Reino y con el Reino como meta. En este pasaje Jesús deja claro que ésa debe ser nuestra prioridad; de todo lo demás, Dios se encargará. Y, por tanto…
Vivamos un día a la vez. Eso es lo que enseña el versículo 34. El día de hoy es lo que tenemos. Ayer pasó, mañana no está en nuestras manos. El Señor nos regala este día que Él ha hecho, para buscar Su reino, para buscar Su gloria. Y también para cuidar de nuestra familia, para hacer nuestro trabajo o lo que sea que ahora podamos hacer, un día a la vez.
Así que, mi querida lectora, quisiera que meditáramos en estas cuatro verdades, y que decidamos no solo escuchar la Palabra, sino obedecerla. Vivir un día a la vez no solo nos ayudará en este tiempo de aislamiento, cuarentena e incertidumbre, sino que estaremos viviendo de la manera en que Cristo nos llamó a hacerlo.
Quiero también que sepas que desde mi casa aquí en Florida estamos orando por el pueblo de Dios en cualquier rincón del mundo, para que no desaprovechemos la oportunidad que el Señor nos está dando de buscar más Su rostro, ser luz en medio de esta oscuridad, y recordar, o reconocer, que Él gobierna, Él reina y nada le toma por sorpresa. Su amor no cambia y nada nos puede separar de Él, aunque tengamos que vivir una pandemia.
Te comparto esta buena noticia: RECURSOS GRATIS DE LIFEWAY PARA EQUIPARTE: Haz clic aquí y usa el código EQ0330 para los cursos que tengan un costo.
Ayer comentábamos algunos aspectos relacionados a nuestra forma de reaccionar ante las crisis como humanos que somos. Pero llegados al punto álgido de por qué a mí, por qué Dios permite que sufra, la autora nos reta con la siguiente frase: “puede ser más enriquecedor darnos cuenta de que solos no podemos y que debemos mirar más arriba en busca de otras fuentes de ayuda más eficaces” (página 100) . Por lo tanto, la crisis acaba por convertirse en algunos casos en el vehículo que Dios usa para que nos acerquemos más a EL. Pasemos, pues, a revisar las diez realidades bíblicas sobre las crisis.
Realidad 1:Dios permite la crisis “Este hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal” (Job 1:1b). Dios tiene un plan para cada uno de sus hijos, pero nuestra capacidad de análisis ante el sufrimiento solo se queda en lo superficial. Solo cuando ha pasado la crisis, podemos observar los beneficios, con temor, temblor y reverencia, que Dios nos proporcionó durante el sufrimiento.
Realidad 2:Dios está en la crisis “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú” (Isaías 43:1) A lo largo de la Biblia, cuando se quiere expresar el poder de Dios , se ponen ejemplos de su control en la naturaleza. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús calmó la tormenta. Por este motivo, no es casualidad que en nuestra vida usemos la metáfora de la tormenta en nuestra vida para las crisis por las que pasamos.
Realidad 3: Dios escucha en la crisis “¿Está alguno de vosotros afligido? Haga oración” (Santiago 5:13) Es un consuelo saber que Dios nos escucha y presta oído a nuestro clamor. La oración, esa conversación con Dios, es la herramienta insignia de la vida cristiana. Reconozcamos Su Soberanía, El es Todopoderoso, acerquémonos con confianza y fe en medio de las lágrimas quizás para contar a Dios nuestro sufrimiento o el de nuestros seres más queridos como nuestra pareja o hijos, familiares o amigos.
Realidad 4:Dios habla en la crisis “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré osas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3) Dios siempre está interesado en comunicarnos con nosotros; El escucha nuestras oraciones, conoce nuestro corazón y comprende nuestro clamor.
Realidad 5: Dios provee generosamente en la crisis y según su absoluta sabiduría “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas (…) a él sea la gloria” (Efesios 3: 20 – 21) La gracia de Dios queda manifiesta y sobrepasa nuestro entendimiento. Dios cumplirá Sus promesas, responderá nuestras súplicas, siempre dentro de Su voluntad, Su misericordia y Su generosidad.
Realidad 6: Dios orienta nuestra mirada hacia lo verdaderamente importante durante la crisis “Una cosa he demandado al Señor , ésta buscaré; que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para inquirir en su templo” (Salmos 27:4) Una consecuencia inevitable durante la crisis es la preocupación; somos incapaces de evitarlo. Pero Dios en su infinito amor y gracia, nos sigue invitando a que confiemos en El, y que si hay preocupación que sea por estar cerca de El.
Realidad 7.Dios protege en la crisis “Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas; le protegerá todos los huesos y ni uno solo le quebrarán” (Salmos 34: 19, 20) La consecuencia de nuestras malas decisiones trae consigo sufrimiento. Por lo tanto, si sufrimos puede ser que estemos ausentes de Dios. Todas las crisis suponen un desgaste físico y mental inigualable, por este motivo, debemos recurrir a Dios para recibir su misericordia, protección y gracia.
Realidad 8: Dios controla constantemente las circunstancias en la crisis. “Vida y misericordia me concediste; y tu cuidado guardó mi espíritu” (Job 10:12) Dios tiene puesta su atención en cada uno de nosotros, no nos abandona, no se ausenta. Aunque a veces dudamos del favor y la gracia de Dios y por eso nos sentimos solos, sin solución. En esos momentos es cuando debemos sacar fuerzas y hacer el balance y análisis de lo que nos está pasando y querer confiar en la presencia y protección de Dios en medio del sufrimiento.
Realidad 9:Dios usa la crisis para enseñarnos, moldearnos “mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, el mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5: 10) Entonces las pruebas, las crisis, el sufrimiento no es un periodo vacío sin sentido. En ese periodo si confiamos en Dios, si pedimos su protección, si logramos analizar la situación sin tomar decisiones equivocadas, estaremos madurando, creciendo, aprendiendo que nuestra vida diaria está en consonancia perfecta con Dios.
Realidad 10El fin de la crisis es glorificar a Dios en ella “Invócame en el día de la angustia, yo te libraré y tú me honrarás” (Salmos 50:15) Empezábamos esta reseña diciendo que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. No es más que este: nuestro propósito como cristianos es glorificar a Dios, Y por raro que lo parezca también durante una crisis. Se espera de nosotros que aprendamos en los momentos buenos y malos a honrar a Dios.
Este nuevo viaje en la reseña de un nuevo libro ha terminado. No obstante, quiero dejaros aquí con un poema anónimo. Podemos tomarlo como una metáfora, un ejemplo o una realidad. Lo cierto es que cada uno de nosotros podemos vernos identificados.
Diez realidades bíblicas sobre las crisis En esta ocasión, nos acercamos a un libro escrito por la psicóloga Lidia Martín, publicado por Ediciones Andamio. En este libro llamado «Las Crisis, Diez realidades bíblicas sobre las crisis», encontramos la perspectiva humana sobre el sufrimiento durante una crisis, nuestra participación humana para resolverlas o superarlas o sobrellevarlas con nuestra conducta, nuestras emociones, nuestro raciocinio y los aspectos físicos de la propia crisis. Toda esta especie de preámbulo nos va preparando para el descubrimiento que la presencia divina de Dios nos acompaña durante todo el proceso de una crisis. ¿esto significa que Dios permite una crisis? En las propias palabras de la autora “la gran oportunidad de la crisis está siempre, para el cristiano y el no cristiano, en encontrarse frente a la realidad de su debilidad y ante la irrevocable verdad de un Dios Todopoderoso que está por encima de cualquier circunstancia. Es en nuestra necesidad donde Él se hace fuerte y somos más conscientes de nuestro papel, de Su papel” (p. 101)
La mayoría de nosotros ha pasado por alguna crisis en algún momento de nuestra vida, por este motivo, no vamos a enumerar la significación que nos aportan los profesionales especializados. Resumamos diciendo que la crisis es una situación que nos coloca de forma temporal en una falta de capacidad para su solución por los recursos que usamos o no usamos, donde nuestro entorno queda resquebrajado y nuestra capacidad para valorarla puede ser optimista o pesimista. La autora nos ofrece en detalle tanto los factores de riesgo como la categorización de las crisis que podemos sufrir en diferentes etapas de nuestra vida. Cualquiera de nosotros no podrá evitar identificarse con al menos alguno de los factores (edad, baja autoestima, experiencia temprana de frustración, soledad, etc) o no podrá evitar evocar algún recuerdo por crisis evolutiva o inesperada. Lo cierto es que como muchas veces y en muchos casos, la presencia del núcleo familiar es preponderante para dar cobijo; pero sobre todo, lo primordial es no subestimar una crisis.
En consecuencia, nos ponemos a buscar soluciones sin antes percatarnos ni analizar en profundidad lo sucedido o lo que es peor acabamos más sumidos en la desesperación y la desesperanza de que nuestro sufrimiento nunca va a desaparecer. En este libro, su autora nos ayuda a aclarar conceptos y realidades. Os invito a que podáis leerlo detenidamente, ya que podemos pensar que es un tratado de más de quinientas hojas; sin embargo, este libro nos espera con menos de ciento cincuenta páginas en una narrativa sencilla de seguir y donde párrafo a párrafo vamos recordando, superando o afrontando el dolor sufrido durante una crisis. Aquí solo os mostramos una pequeña reseña del mismo. Volviendo a la intervención humana ante las crisis. Para contrarrestar nuestros pensamientos, emociones y conducta de pasividad, de normalidad o de evitación, tenemos que buscar recursos de pensamiento positivo inteligente, contar con personas de nuestro entorno cercano, buscar soluciones marcando las circunstancias de la crisis y las ventajas y desventajas en la toma de cierta decisiones, buscar afrontar la crisis con el apoyo de la religiosidad manifestada en la fe, ya que esta última es una forma activa de afrontamiento.
Otra parte importante que debemos mencionar es nuestra intervención en los aspectos físicos ante la crisis. Esto tiene que ver desorden alimenticio, del sueño, el stress, nuestra actividad fisiológica y el peligro ante el uso de sustancias. Sobre todo, seamos conscientes que los mínimos hábitos de una vida sana son primordiales. Nuevamente la autora nos recuerda la necesidad de la presencia de personas cerca de nosotros, aquellas en las que podemos confiar porque nos apoyan, aunque deseemos alejarles de nosotros. Entonces, cómo vamos a contrarrestar todas estas circunstancias, queridos amigos lectores, mañana podremos aprender que en el proceso del dolor y del sufrimiento la asistencia y misericordia de Dios nos está esperando porque tiene un plan para cada uno de nosotros.
(Nota editorial: mañana publicamos la segunda parte)
Nota de la editora: una publicación de hace tiempo pero es muy relevante en estos momentos en que muchos van perdiendo seres queridos. Que este texto os pueda ayudar mientras pasáis por este momento difícil.
De parte de la asociación Decir Adiós en su celebración pasada de las jornadas de formación ´Acercamiento a la muerte´
Gina Campalans, de 56 años, perdió a su hijo mayor, David, hace ocho años. Sufrió, vivió con dolor mucho tiempo, pero aprendió a vivir echándole de menos. Años después decidió crear, con la ayuda de la Fundación Abel Matutes y de su amigo Bruno Reymond, la asociación Decir Adiós para ayudar a otras personas a afrontar la muerte de un ser querido.
¿Se puede aprender a decir adiós? —Sí, no es fácil, pero se puede. Tenemos que aprender a vivir sin esa persona. El camino del duelo es nuevo, desconocido, y cada uno lo transita como puede.
—¿Cómo se aprende? —El tiempo no lo cura todo. No es el tiempo el que hace que te recuperes de la muerte de un ser querido. Hace falta un trabajo personal. Depende de la actitud que tengas. Necesitas querer superar ese momento, poner de tu parte.
—¿La gente pide una fórmula milagrosa para que no duela? —Desde el principio aclaramos que no hay fórmulas mágicas. El duelo es tremendamente doloroso y es peligroso refugiarse en sustancias porque pueden cronificarlo. Hay que atravesarlo. Hay que llorar, cuidarse y aprender a vivir sin esa persona. La vida continúa. Tenemos que seguir duchándonos, haciendo la compra, ocupándonos de la familia, etc
—¿Qué señales alertan de que un duelo no es normal? —Hasta el deseo de morir cuando el dolor es insoportable, de irse con la otra persona, de no encontrar sentido a la vida sin ella, es normal durante un tiempo. Si transcurren seis meses y todos estos pensamientos persisten, hay que pedir ayuda a un profesional.
—¿Tener gente alrededor en esos momentos ayuda o molesta? —La soledad es imprescindible para encontrarte con tu propio dolor, escuchar a tu corazón, tus pensamientos, llorar y sentirte triste, pero hay que hallar el equilibrio. El aislamiento es peligroso. Hay que dejar que los que nos rodean nos ayuden. A mí me ha ocurrido, había gente en casa y necesitaba estar sola, pero hay que dejar que los demás nos muestren su cariño.
—¿Hay buenas intenciones que hacen daño? —Sí, muchas. Hay frases demoledoras. ´No te preocupes, tendrás otro hijo´. ´Era la voluntad de Dios´. ´Ha pasado a un lugar mejor´. ´Eres fuerte, lo superarás´. Mejor que estuvieran callados.
—¿Mejor un abrazo que una palabra? —Robert A. Neimeyer, un psicólogo, decía que tres ´A´ son la clave de la ayuda a una persona en duelo: el amor, los abrazos y el azúcar.
—¿El azúcar? —Sí. No sé el efecto que tiene, pero dicen que es estimulante.
—¿Hay duelo sin depresión? —Sí. El duelo no es una enfermedad, pero puede derivar en patologías. La tristeza, la falta de ilusión, puede parecer una depresión, pero forma parte del proceso, no es una depresión. Hay que diferenciar una depresión de un duelo, pero un duelo mal elaborado puede derivar en una depresión.
—¿Un grupo de apoyo ayuda? —Poner palabras al dolor ayuda a empezar a curarlo. La única manera de sanar el duelo es atravesándolo. Y la mejor forma de hacerlo es expresando los sentimientos que surgen: dolor, tristeza, ira, culpa, vergüenza, añoranza, incredulidad, etc. Las personas que mejor nos comprenden son las que han pasado por esa situación y que no nos juzgan cuando, pasado un tiempo, seguimos estando tristes o enfadados.
—¿Se llora mucho en los grupos de apoyo? —Muchísimo. Se invierte mucho en pañuelos. El otro día me llamó una madre que acaba de perder a su hija. Estuvo al teléfono diez minutos. Solo lloró. Estoy segura de que saber que al otro lado había alguien escuchándola era terapéutico. Para mí lo era.
—¿Cuándo se sabe que ese dolor tiene un final? —Hay un momento en el que la vida te vuelve a ilusionar. Vuelves a querer quedar con los amigos, salir a cenar, ver una película, disfrutar de un atardecer, etc. La propia vida te dice que estás dejando atrás ese dolor, te anima a seguir.
—¿Da miedo volver a pasar por eso? —Yo no solo perdí a mi hijo, también a mis dos hermanos pequeños. ¿Miedo? Yo no lo he tenido, pero imagino que habrá gente que sí. La mayoría de las personas creemos que esto es algo que le pasa al vecino, pero no a nosotros porque nuestra cultura no aborda la muerte con naturalidad. He estado en África, en Mozambique, y en miles de familias faltan hijos. No diré que no sufren la muerte de sus hijos, pero la viven con más naturalidad. En nuestro mundo el impacto es mayor. De hecho, alejamos a los niños de todo lo relacionado con la muerte.
—¿Cómo pasa un niño un duelo? —Depende del apoyo que tenga. A un niño hay que transmitirle la verdad con sencillez, naturalidad y con palabras que pueda entender. Si no se le engaña, no se le esconde lo que está sucediendo y se vela durante el tiempo que va a tener que enfrentarse a que mamá, papá o un hermano no va a volver, podrá atravesar el duelo de forma sana. No hay que engañarles. Nunca. Ni decirles que esa persona se ha dormido o que está enferma porque cuando estén enfermos pueden pensar que se van a morir o tener miedo a cerrar los ojos. Es importante no convertir en un tabú la muerte de esa persona, recordarla. En muchas familias el dolor es tan grande que se borra a esa persona, no se habla de ella y se quitan las fotos.
—¿La gente se siente culpable por reír o pasárselo bien? —Sí. En los grupos de apoyo ayudamos a que la gente se permita disfrutar de la vida. Muchos padres se sienten culpables porque piensan que su hijo ya no puede hacerlo. Los momentos de dolor van a venir quieran o no. Ver una película, charlas con los amigos o tomar un café y reírse un rato, es sanador, necesario e imprescindible.
—¿El dolor desaparece? —Sí. Aminora y llega a desaparecer. Recuerdo haber sufrido tanto que pensaba que jamás podría continuar, pero el dolor desaparece. Hay momentos, un comentario, una música, que te recuerdan a esa persona y vuelves a sentir casi el mismo dolor que entonces. Pero puedo garantizar que el dolor pasa.
Hola! Me llamo Sarah, soy hija de Mara, y me hace ilusión poder compartir hoy por aquí. Vivo en Alcalá, soy profe de inglés y traductora. Y como la mayoría de los que me estáis leyendo, estoy de cuarentena.
Es un tiempo muy extraño, muchas veces triste. Gracias a Dios, estoy bien de salud y mi compañera de piso también. Pero pensamos mucho en los que no lo están. Este tiempo me está haciendo reflexionar mucho.
Seguramente como para muchos de vosotros, encontrar un ritmo estos últimos días ha sido difícil. Sé que para muchos el estar en casa no significa que tengan tanto tiempo libre, si tienes hijos, quizás tienes más trabajo ahora que tienes que ayudarles con los estudios. O ves que te está costando poner los límites adecuados en el mundillo del tele-trabajo.
En lo profesional, acabo de terminar un proyecto de traducción, que me ocupó bastante tiempo estos últimos meses. A parte de eso, estuve preparando las clases de inglés que doy en un cole que obviamente se cancelaron cuando se cerraron todos los centros. Así que cuando nos pusimos de cuarentena, de la nada, me encontré con bastante tiempo libre.
Decidí que quería aprovechar estos días y dedicar tiempo a lo más importante. Obviamente, mi salud física, pero también mi salud espiritual, emocional y mental. Los primeros días no tuve mucha rutina, dije que me venía bien descansar y hacer un poco lo que me daba la gana. Pero a los pocos días me di cuenta de que esto son circunstancias muy especiales, que no son vacaciones, y que quedarme en casa sin tener rutina no me ayudará a largo plazo con mi salud.
Si soy honesta, la incertidumbre de esta cuarentena y triste realidad de muchos me baja los ánimos si no tengo cuidado. Entonces, con mi compañera de piso, decidimos ponernos una rutina. Nada drástico, pero unas pautas para levantarme con un poco más de propósito. Decidí ponerme una meta en este tiempo: acercarme a Dios y cuidar mi salud. Y elegí cosas concretas y prácticas que me ayudan a cumplir con esta meta.
Yo tengo los siguientes apartados, pero puedes elegir los que quieras, ya que cada una tenemos nuestras circunstancias diferentes:
1) Agua
2) Ejercicio
3) Cuidado personal
4) Amigos
5) Familia
6) Música
7)Trabajo
8) Lectura
9) Escritura
Para mí, hacer un poco de cada apartado cada día me mantiene en buen ritmo durante el día y me da la oportunidad de aprovechar este tiempo y de cuidar mi salud. No siempre cumplo cada apartado, pero es importante apuntarlo para que te motive y mantener el ritmo. Adjunto una foto de mi tabla.
1) Agua. Me apunto los vasos de agua que bebo con puntitos (suena tontería pero es que si no, se me olvida beber agua!!)
2) Ejercicio. Apunto la sesión de ejercicio del día (estamos siguiendo un plan con una mezcla de HITT, Zumba y Yoga en youtube).
3) Cuidado Personal. En esta columna elijo algo que me haga sentir bien. Un día me pinté las uñas, otro una mascarilla para el rostro, y también para el pelo.
4-5) A parte de esto, intento hablar por videollamada o mensaje con al menos un familiar o un amigo al día. Ya que no podemos vernos en persona, es importante para todos seguir manteniendo las amistades y comunicación!
6) La música. Esto me ha ayudado bastante a centrarme y luego anoto una canción que me haya inspirado de alguna forma. También he aprovechado para escuchar música diferente.
7) En el apartado de trabajo, anoto cosas que tengo que hacer para seguir avanzando en proyectos, como buscar algunos recursos para algunas clases.
7 y 8) La lectura y la escritura, que para mí ¡son imprescindibles! No me estoy estresando por ser super productiva ni por terminarme muchos libros, si no de leer lo que pueda y utilizar la lectura para que me ayude a relajarme, pensar y reflexionar. Escribir estos días me ha ayudado a procesar mis pensamientos y sentimientos y todo lo que está pasando. Intento publicar algo en Instagram, y en mi cuaderno personal.
Lo importante para mí en este tiempo es acercarme a Dios, leer la Biblia y pasar tiempo orando. Lo bueno de la oración es que se puede hacer de tantas formas; hablando normal, escribiendo, pintando, cocinando. Así que estoy aprendiendo a ser más creativa en la forma en que me comunico con Dios, y aprovechando este tiempo de silencio para escucharle y descansar en Él.
Espero que estos consejos os hayan servido de alguna forma. Sé que para muchas de vosotras, tenéis muchos más apartados como cuidar a los hijos, estudiar, escribir una tesis o terminar proyectos profesionales importantes. Aún así, ¡os animo a elegir una o dos cosas que podáis hacer para cuidaros en este tiempo! Hay días que no cumplo todo, lo importante es mantener el ritmo para que este tiempo en casa sea de descanso y crecimiento personal.
Os dejo la receta de una mascarilla hidratante de pelo que me gustó mucho. No soy muy estricta con las medidas, pero tengo el pelo bastante largo y denso, así que añadí unas cucharas más de aceite de coco.
3 cucharas de aceite de coco (puede ser de oliva si no tienes de coco)
2 cucharas de miel
4 gotitas de aceite esencial de lavanda
2 gotitas de aceite esencial de naranja
Mézclalo, y masajea tu pelo con la mezcla. Cuidado con masajear mucho las raíces, pues será más difícil de sacarlo por el aceite. Cuando termines de pasarlo por el pelo, hazte un moño y envuelve tu pelo en una toalla. Cógete un libro y descansa por 30 minutos. Después de los treinta minutos, aclara bien tu pelo con agua y lávalo normal con champú y acondicionador. Aclara bien tu pelo, y después de terminar la ducha, aclara tu pelo con agua fría.
Y de repente despertamos un día y todo cambió, en Disney se apagó la magia, la muralla china no era tan fuerte, ahora New York si duerme, y ningún camino quiere conducir a Roma, un virus se corona como dueño del mundo y nos dimos cuenta de nuestra fragilidad, no sabemos si el daño es a propósito o irresponsabilidad de nosotros mismos, pero la amenaza está ahí cada día más fuerte, ya los memes no causan tanta risa, los abrazos y los besos se transformaron en armas peligrosas y la escasez de productos nos demuestra una vez más lo egoísta que somos, tan egoístas que decimos “no hay problema este virus solo se lleva a los viejitos” como si no tuviéramos a nuestros padres o como si no fuéramos a llegar nunca ahí. Queremos hacer valer nuestros “derechos” de decidir si dejar vivir o no a otro y ahora nos damos cuenta que no podemos ni decidir por la vida de nosotros, un planeta que hoy se pone una máscara no solo para un virus sino para tapar nuestra vulnerabilidad mezclada con soberbia y se lava las manos para no reconocer nuestra responsabilidad tal como un pilato.
Sí, hay miedo. Sí, hay aislamiento. Sí, hay compras de pánico. Sí, hay enfermedad. Sí, incluso hay muerte.
Pero, dicen que en Wuhan después de tantos años de ruido puedes escuchar a los pájaros de nuevo.
Dicen que después de unas pocas semanas de silencio el cielo ya no está lleno de humos. Pero azul, gris y claro.
Dicen que en las calles vacías de Assisi la gente está cantando desde sus casas y sus balcones manteniendo sus ventanas abiertas para que los que estén solos puedan escuchar las voces de las familias a su alrededor.
Dicen que un hotel en el oeste de Irlanda ofrece comidas gratis y las entrega a domicilio.
Hoy una joven que conozco está ocupada repartiendo por el barrio volantes con su número de teléfono para que los ancianos puedan tener a alguien a quien llamar. Hoy iglesias, sinagogas, mezquitas y templos se están preparando para dar la bienvenida y proteger a los desamparados, enfermos y cansados.
En todo el mundo la gente se está desacelerando y reflexionando. En todo el mundo, las personas miran a sus vecinos de una manera nueva. En todo el mundo la gente está despertando a una nueva realidad. A lo grande que realmente somos. A qué poco control tenemos realmente. A lo que realmente importa ..AMAR.
Entonces rezamos y recordamos que Sí, hay miedo …pero no tiene que haber odio. Si, hay aislamiento …pero no tiene que haber soledad. Sí, hay compras de pánico …pero no tiene que haber egoísmo. Sí, hay enfermedad …pero no tiene que haber enfermedad del alma. Sí, incluso hay muerte …pero siempre puede haber un renacimiento del amor.
Despiértate eligiendo como vivir hoy. Hoy respira, haz una pausa y escucha detrás de los tormentos de tu miedo.
Los pájaros cantan de nuevo, el cielo se está despejando, la primavera está llegando, y siempre estamos rodeados de amor. Abre las ventanas de tu alma y aunque no puedas pisar la calle vacía …Canta.
Fr. Richard Hendrick, OFM Marzo 13, 2020
todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él no hay variaciones ni oscurecimientos.
Parece ser que algo invisible ha llegado a remover al mundo entero. No lo vemos, ni siquiera ha sido experimentado por la gran mayoría de la población, pero muy dentro de la sociedad ha conseguido despertar el miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a no saber cómo ni cuándo me puede alcanzar, a no saber si mis precauciones son suficientes o si me atacará y no podré defenderme.
Nos hemos rodeado de armas nucleares, de estrategias militares, somos la sociedad más avanzada en tecnología, tenemos grandes investigadores, científicos, gobiernos de todos los gustos y colores, sin embargo, nada de esto nos es útil ahora mismo, el mundo tiembla ante esta pandemia.
Esta crisis ha destapado nuestro miedo, sin embargo, es casi seguro que saldremos de esta como hemos salido de muchas otras, unidos y codo a codo, cuidándonos responsablemente saldremos adelante.
Pero la fragilidad de la vida está aquí, delante de nuestros ojos, diciéndonos que invertimos nuestro tiempo y nuestras fuerzas en cosas perecederas, hoy estamos y mañana quién sabe. Por otro lado, hay ciertas cosas, también invisibles, que pueden dar un vuelco al miedo: la paz, la serenidad, el sosiego, cosas que solo se sienten en el espíritu de una persona que ha entendido el sentido de su vida.
Si la vida es tan frágil que un virus nos la puede quitar, entonces es tiempo de reflexionar ¿qué hay después de la vida? Solo los que han encontrado eternidad en su corazón, son los que pueden permanecer en paz en medio de la crisis.
La Biblia dice que Dios puso eternidad en el corazón humano y Jesús dijo: yo soy la resurrección y la vida; por eso el hombre y la mujer que han decidido caminar con Jesús viven con la esperanza de la vida eterna, con la seguridad de que estamos de paso por esta vida y en cualquier momento puede terminar, pero ese final, solo es el comienzo de la eternidad.
Por lo tanto, como dijo Jesús, no temamos a lo que mata el cuerpo, temamos más bien a lo que mata el alma, a lo que la aprisiona y la mantiene con los ojos puestos en el presente y ciegos a la eternidad.
Deja hoy que el Dios invisible, llene de paz y seguridad tu corazón.