Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal

Para cuando la vida es difícil

Ha sido una semana agotadora. No porque esté muy cansada físicamente. El cansancio es más bien mental y emocional.

Esta semana he visto, bastante de cerca, a tres familias sufrir por seres queridos: una abuela, un esposo y padre, un hijo… Y aunque no conocía a ninguna de estas tres personas, de algún modo me pude unir al clamor de sus familias. Hoy en la mañana las tres han partido. Sé que al menos dos de ellas eran cristianas, de modo que sabemos que su eternidad está garantizada junto al Salvador. Sin embargo, no fuimos creados para morir y la muerte siempre nos disminuye, como dijera aquel poeta inglés. En Cristo no sufrimos como los que no tienen esperanza, pero la separación nos duele y nos saca las lágrimas.

El país donde vivo está sumido en la mayor división política de su historia, división que incluso ha llegado a las iglesias. El caos parece reinar rampante en muchas ciudades. El futuro luce tan incierto como nunca para esta nación.

Criar hijos es siempre un reto y, cuando son adolescentes, todavía más. Esta semana tuvo de eso también.

Por otro lado, ha sido una semana desafiante a nivel mental porque después de muchos años regresé a la escuela. Comencé a estudiar en un seminario teológico. La noticia de la aceptación fue emocionante y provocó en mí ese entusiasmo de lo nuevo. En verdad llevaba muchos años considerando la idea, pero por una razón u otra la posponía. Este año surgió la oportunidad y, en medio de una pandemia, me lancé a la aventura de los libros, los exámenes, ¡y los trabajos de curso! Sin embargo, estudiar en esta etapa de la vida es muy diferente a cuando fui a la universidad por primera vez. Ahora soy esposa, soy madre, tengo varias responsabilidades de ministerio… ¡y ya no soy tan joven!

Decir que es desafiante sería el eufemismo del año. Para comenzar, es un mundo donde la mayoría de los estudiantes son hombres. Eso en sí ya lo hace medio intimidante. De ellos, la gran mayoría también son pastores. ¡Más susto todavía! Las lecturas asignadas requieren toda concentración, porque leer a teólogos es cosa seria. Y aunque parezca irónico, lo que más me aterra es escribir los ensayos requeridos. Digo irónico porque, aunque soy escritora, este es un mundo diferente, con requisitos y estilos muy específicos. De cualquier modo, aunque lo estoy disfrutando, ha provocado en mí cierto nivel de estrés.

Quizá al llegar a este punto de la lectura te preguntes por qué estoy contando todo esto. Bueno, sin dudas no es para añadir a las cargas que de seguro ya llevas. Tampoco para desanimarte si estás considerando comenzar a estudiar alguna carrera nueva, incluso el seminario. No, no es mi propósito. Mi propósito es compartir contigo el pensamiento recurrente que me ha servido de ancla, incluso en los momentos en que me he visto tentada a «tirar la toalla». ¿Cuál es? ¡Cristo es suficiente!

Cuando veo el dolor de otros y siento que no puedo hacer nada, Cristo es suficiente.

Cuando me pregunto hacia dónde nos dirigimos como nación y qué futuro aguarda aquí a nuestros hijos, Cristo es suficiente.

Cuando como madre creo que se me agotan las fuerzas, la paciencia, la sabiduría… ¡Cristo es suficiente!

Cuando un nuevo desafío llega a mi puerta o en este caso a mi computadora, ¡Él es suficiente!

Cuando mis temores amenazan y las inseguridades gritan muy fuerte, ¡Él es suficiente!

Amiga lectora, a veces nos hemos creído la mentira de que tenemos que ser mujeres fuertes, que en nosotras tenemos todo lo que se necesita para salir adelante en la adversidad o la prueba. Tal vez te han vendido la idea de que porque eres cristiana no puedes sentirte débil o asustada. Quizá puedas recordar aquella noche, en un jardín de olivos, cuando nuestro Salvador sufrió angustia. Cuando la perspectiva de una muerte dolorosa le sacó gotas de sangre. Él, en su humanidad, ¡también experimentó nuestra debilidad! Y por eso ahora puedo decir, ¡Cristo es suficiente! Él conoce, Él entiende, Él sostiene, Él abraza, Él perdona, Él da fuerzas, Él me regala su gracia. Sí, en toda mi debilidad, mi insuficiencia, ¡Cristo es suficiente!

Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. (Hebreos 4:15-16)

No sé cómo será la próxima semana, pero dadas las circunstancias que vivimos, es muy probable que se parezca mucho a esta. El sufrimiento de este lado del sol es seguro. La tarea de ser madre no termina. La política es una bomba de tiempo. Mis clases continuarán. Pero, más cierto que todo eso, es la presencia de Cristo, en todas y cada una de nuestras circunstancias. ¡Él es suficiente! 

Wendy

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal

Una pandemia que trae cambios

Mi 2020 no está ni dañado ni malo. El 2020 está para sacarme de mi zona de confort, de esa que solo vivimos para el «yoismo» y mis planes.

Para que aprenda el verdadero significado de lo que es amar a tu prójimo, o sea, a los que viven bajo mi techo. Eso porque no les tengo paciencia o tolerancia y exijo cosas que ni yo misma hago. ¡Soy tan imperfecta! Siguiendo y corriendo asfixiada detrás de un Dios perfecto.

Mi 2020 está para darme bofetones para que reaccione que hoy estamos, pero en una horita ya no. Acabo de pasar un domingo donde vi una persona conocida viva y pasaron menos de 6 horas y murió.

Mi 2020 está para que vea que la tierra tiembla, los vientos soplan y las pandemias existen, que todos los meses hay cosas cambiantes PERO Dios sigue siendo el mismo. ¡¡¡Él nunca cambia!!! Sigue estando junto a mí y me acompaña en este caminar por este mundo ¡el cual es temporero!

Que el Niagara sí se puede pasar en bicicleta cuando usas una bici tándem y lo montas a Él. Nadie puede asegurar que el 2021 será mejor; SOLO se puede asegurar que Dios si estará contigo si se lo permites…

Al final le doy gracias a Dios por darme un 2020 diferente lleno de muchos subes y bajas emocionales. Pero sobre todo que en este 2020, he visto Su mano como nunca lo había visto y con solo eso puedo decirle: No importa ya como serán mis meses venideros, solo importa que sigas conmigo y no me sueltes, sigue acompañándome porque ¡contigo todo se convierte en propósitos buenos!!

«Ya que has puesto al Señor por tu refugio,
 al Altísimo por tu protección,
 ningún mal habrá de sobrevenirte,
 ninguna calamidad llegará a tu hogar»

Salmo 91:9

Jelisa

Crecimiento Personal

¿Se puede encontrar belleza en el caos?

Si comparas realidades, es difícil de saber. Hay fragmentos caóticos y hay fragmentos estables. Hay movimientos y hay esperas. Hay destrucción y hay creatividad. Hay duelo y hay esperanza.

Salí por primera vez esta semana para hacer algo más aparte de la compra. Contando con un permiso oficial, un grupo de voluntarios pudimos juntarnos para repartir bolsas de comida a 130 familias. La semana que viene ayudaremos a 130 familias más. En total,
serían 260 familias a las que esta crisis afectará mucho mas que con un simple confinamiento. Me cuesta aceptarlo.

La calle está vacía. Los parque sin niños y risas. La biblioteca y la churrería del final de la calle están cerradas. Se dice que muchas empresas locales no podrán reabrir. Me pregunto quiénes serán los afortunados que lo logren.

Pronto saldremos, pero no saldremos a la realidad de antes. Más de 20 000 personas ya no están. Es una cifra tan grande que ni se cómo tragármelo. Por ahora, esa realidad no ha llegado a mi fragmento.

En mi fragmento de realidad saldré a una calle llena de mascarillas. Veré miradas que se preguntan: ¿Y tú? ¿Cómo has vivido esto?

Mi fragmento de realidad incluirá viajes cancelados, comidas con mis padres, pero sin abrazos, quedadas dispersas y a distancia con mis amigos y con mi comunidad de fe, trozos de tiempo en los cuales debo decidir qué hacer.

En otros fragmentos de realidad el privilegio resalta. Se reincorporarán a una incertidumbre grave, algunos con pérdida de seres queridos, otros con pérdida de trabajo, ansiedad, depresión, miedo, hambre…

Vivimos en un fragmento de tiempo raro. Hay caos mental, emocional y hasta espiritual. No importa en qué lado del espectro social te encuentres. ¿Realmente podremos encontrar belleza en esto?

Hoy escuché a alguien decir que en chino, la palabra crisis significa peligro y oportunidad. A veces nos tienen que pasar cosas graves para sacudirnos, para movernos hacia el cambio. Me pregunto si esta es nuestra oportunidad.

Sarah

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, La Biblia

Las Crisis, escrito por Lidia Martín (libro) – parte 2

Diez  realidades bíblicas ante las crisis

(Para ver la primera parte pinchar aquí)

Ayer comentábamos algunos aspectos relacionados a nuestra forma de reaccionar ante las crisis como humanos que somos. Pero llegados al punto álgido de por qué a mí, por qué Dios permite que sufra, la autora nos reta con la siguiente frase: “puede ser más enriquecedor darnos cuenta de que solos no podemos y que debemos mirar más arriba en busca de otras fuentes de ayuda más eficaces” (página 100) . Por lo tanto, la crisis acaba por convertirse en algunos casos en el vehículo que Dios usa para que nos acerquemos más a EL. Pasemos, pues, a revisar las diez realidades bíblicas sobre las crisis.

Realidad 1: Dios permite la crisis “Este hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal” (Job 1:1b). Dios tiene un plan para cada uno de sus hijos, pero nuestra capacidad de análisis ante el sufrimiento solo se queda en lo superficial. Solo cuando ha pasado la crisis, podemos observar los beneficios, con temor, temblor y reverencia, que Dios nos proporcionó durante el sufrimiento.

Realidad 2: Dios está en la crisis “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú”  (Isaías 43:1) A lo largo de la Biblia, cuando se quiere expresar el poder de Dios , se ponen ejemplos de su control en la naturaleza. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús calmó la tormenta. Por este motivo, no es casualidad que en nuestra vida usemos la metáfora de la tormenta en nuestra vida para las crisis por las que pasamos.

Realidad 3Dios escucha en la crisis “¿Está alguno de vosotros afligido? Haga oración” (Santiago 5:13) Es un consuelo saber que Dios nos escucha y presta oído a nuestro clamor. La oración, esa conversación con Dios, es la herramienta insignia de la vida cristiana. Reconozcamos Su Soberanía, El es Todopoderoso, acerquémonos con confianza y fe en medio de las lágrimas quizás para contar a Dios nuestro sufrimiento o el de nuestros seres más queridos como nuestra pareja o hijos, familiares o amigos.

Realidad 4: Dios habla en la crisis “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré  osas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3) Dios siempre está interesado en comunicarnos con nosotros; El escucha nuestras oraciones, conoce nuestro corazón y comprende nuestro clamor.

Realidad 5: Dios provee generosamente en la crisis y según su absoluta sabiduría  “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas (…) a él sea la gloria” (Efesios 3: 20 – 21) La gracia de Dios queda manifiesta y sobrepasa nuestro entendimiento. Dios cumplirá Sus promesas, responderá nuestras súplicas, siempre dentro de Su voluntad, Su misericordia y Su generosidad.

Realidad 6:  Dios orienta nuestra mirada hacia lo verdaderamente importante durante la crisis “Una cosa he demandado al Señor , ésta buscaré; que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para inquirir en su templo” (Salmos 27:4) Una consecuencia inevitable durante la crisis es la preocupación; somos incapaces de evitarlo. Pero Dios en su infinito amor y gracia, nos sigue invitando a que confiemos en El, y que si hay preocupación que sea por estar cerca de El.

Realidad 7. Dios protege en la crisis “Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas; le protegerá todos los huesos y ni uno solo le quebrarán” (Salmos 34: 19, 20) La consecuencia de nuestras malas decisiones trae consigo sufrimiento. Por lo tanto, si sufrimos puede ser que estemos ausentes de Dios. Todas las crisis suponen un desgaste físico y mental inigualable, por este motivo, debemos recurrir a Dios para recibir su misericordia, protección y gracia.

Realidad 8:  Dios controla constantemente las circunstancias en la crisis.  “Vida y misericordia me concediste; y tu cuidado guardó mi espíritu” (Job 10:12) Dios tiene puesta su atención en cada uno de nosotros, no nos abandona, no se ausenta. Aunque a veces dudamos del favor y la gracia de Dios y por eso nos sentimos solos, sin solución. En esos momentos es cuando debemos sacar fuerzas y hacer el balance y análisis de lo que nos está pasando y querer confiar en la presencia y protección de Dios en medio del sufrimiento.

Realidad 9: Dios usa la crisis para enseñarnos, moldearnos “mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, el mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y  establezca” (1 Pedro 5: 10) Entonces las pruebas, las crisis, el sufrimiento no es un periodo vacío sin sentido. En ese periodo si confiamos en Dios, si pedimos su protección, si logramos analizar la situación sin tomar decisiones equivocadas, estaremos madurando, creciendo, aprendiendo que nuestra vida diaria está en consonancia perfecta con Dios.

Realidad 10 El fin de la crisis es glorificar a Dios en ella  “Invócame en el día de la angustia, yo te libraré y tú me honrarás” (Salmos 50:15) Empezábamos esta reseña diciendo que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. No es más que este: nuestro propósito como cristianos es glorificar a Dios, Y por raro que lo parezca también durante una crisis. Se espera de nosotros que aprendamos en los momentos buenos y malos a honrar a Dios.

Este nuevo viaje en la reseña de un nuevo libro ha terminado. No obstante, quiero dejaros aquí con un poema anónimo. Podemos tomarlo como una metáfora, un ejemplo o una realidad. Lo cierto es que cada uno de nosotros podemos vernos identificados.

Nilda

Crecimiento Espiritual, Crecimiento Personal, Espiritualidad, La Biblia

Las crisis, libro por Lidia Martín

Las Crisis, escrito por Lidia Martín (Libro)

Diez realidades bíblicas sobre las crisis
En esta ocasión, nos acercamos a un libro escrito por la psicóloga Lidia Martín, publicado por Ediciones Andamio. En este libro llamado «Las Crisis, Diez realidades bíblicas sobre las crisis», encontramos la perspectiva humana sobre el sufrimiento durante una crisis, nuestra participación humana para resolverlas o superarlas o sobrellevarlas con nuestra conducta, nuestras emociones, nuestro  raciocinio y los aspectos físicos de la propia crisis. Toda esta especie de preámbulo nos va preparando para el descubrimiento que la presencia divina de Dios nos acompaña durante todo el proceso de una crisis. ¿esto significa que Dios permite una crisis? En las propias palabras de la autora “la gran oportunidad de la crisis está siempre, para el cristiano y el no cristiano, en encontrarse frente a la realidad de su debilidad y ante la irrevocable verdad de un Dios Todopoderoso que está por encima de cualquier circunstancia. Es en nuestra necesidad donde Él se hace fuerte y somos más conscientes de nuestro papel, de Su papel” (p. 101)

La mayoría de nosotros ha pasado por alguna crisis en algún momento de nuestra vida, por este motivo, no vamos a enumerar la significación que nos aportan los profesionales especializados. Resumamos diciendo que la crisis es una situación que nos coloca de forma temporal en una falta de capacidad para su solución por los recursos que usamos o no usamos, donde nuestro entorno queda resquebrajado y nuestra capacidad para valorarla puede ser optimista o pesimista. La autora nos ofrece en detalle tanto los factores de riesgo como la categorización de las crisis que podemos sufrir en diferentes etapas de nuestra vida. Cualquiera de nosotros no podrá evitar identificarse con al menos alguno de los factores (edad, baja autoestima, experiencia temprana de frustración, soledad, etc) o no podrá evitar evocar algún recuerdo por crisis evolutiva o inesperada. Lo cierto es que como muchas veces y en muchos casos, la presencia del núcleo familiar es preponderante para dar cobijo; pero sobre todo, lo primordial es no subestimar una crisis.


En consecuencia, nos ponemos a buscar soluciones sin antes percatarnos ni analizar en profundidad lo sucedido o lo que es peor acabamos más sumidos en la desesperación y la desesperanza de que nuestro sufrimiento nunca va a desaparecer. En este libro, su autora nos ayuda a aclarar conceptos y realidades. Os invito a que podáis leerlo detenidamente, ya que podemos pensar que es un tratado de más de quinientas hojas; sin embargo, este libro nos espera con menos de ciento cincuenta páginas en una narrativa sencilla de seguir y donde párrafo a párrafo vamos recordando, superando o afrontando el dolor sufrido durante una crisis. Aquí solo os mostramos una pequeña reseña del mismo. Volviendo a la intervención humana ante las crisis. Para contrarrestar nuestros pensamientos, emociones y  conducta de pasividad, de normalidad o de evitación, tenemos que buscar recursos de pensamiento positivo inteligente, contar con personas de nuestro entorno cercano, buscar soluciones marcando las circunstancias de la crisis y las ventajas y desventajas en la toma de cierta decisiones, buscar afrontar la crisis con el apoyo de la religiosidad manifestada en la fe, ya que esta última es una forma activa de afrontamiento. 

Otra parte importante que debemos mencionar es nuestra intervención en los aspectos físicos ante la crisis. Esto tiene que ver desorden alimenticio, del sueño, el stress, nuestra actividad fisiológica y el peligro ante el uso de sustancias. Sobre todo, seamos conscientes que los mínimos hábitos de una vida sana son primordiales. Nuevamente la autora nos recuerda la necesidad de la presencia de personas cerca de nosotros, aquellas en las que podemos confiar porque nos apoyan, aunque deseemos alejarles de nosotros. Entonces, cómo vamos a contrarrestar todas estas circunstancias, queridos amigos lectores, mañana podremos aprender que en el proceso del dolor y del sufrimiento la asistencia y misericordia de Dios nos está esperando porque  tiene un plan para cada uno de nosotros. 

(Nota editorial: mañana publicamos la segunda parte)

Nilda