
Hay semanas en las que el cansancio pesa más que de costumbre.
No tanto por lo que hacemos… sino por todo lo que sostenemos.
Horarios, niños, trabajo, casa, familia, conversaciones difíciles, expectativas ajenas…
Y también las propias.
Como mujeres, llevamos muchas veces una carga invisible que nadie nota.
Y aún así, muchas seguimos creyendo que detenernos un momento para cuidarnos es… egoísmo.
Pero esta semana queremos decirte algo distinto:
No es egoísmo. Es responsabilidad. Es sabiduría. Es amor.
¿Qué significa cuidarme?

No se trata de lujos, ni de escapismo.
Es cuidar lo esencial:
- Comer alimentos que nutren tu cuerpo
- Dormir suficiente para pensar con claridad
- Hablar con Dios para calmar el alma
- Hacer algo bonito que te haga sonreír
- Tomarte tiempo sin hacer nada “productivo”
Es vivir con intención.
Es honrar el cuerpo inteligente y precioso que Dios nos dio, y que no está para ser juzgado, comparado o ignorado. Está para servirnos, y cuidarlo es parte de nuestra gratitud.
¿Y si soy madre?

Entonces, con más razón.
Una madre cansada puede seguir adelante por amor, sí. Pero una madre descansada ama con más paciencia, escucha con más ternura y enseña con más alegría.
Y si hoy tu hija (o hijo) se siente “poco suficiente” por cómo luce, cómo rinde o cómo se ve… tú tienes el poder de ser su voz de verdad. De mostrarle que vale por lo que es.
Así como tú también vales… incluso cuando nadie lo reconoce.
Dios ve lo invisible
Puede que nadie te dé una medalla por lo que haces. Que nadie sepa lo que cargas.
Pero Dios sí lo ve. Y no solo lo ve: lo honra, lo multiplica y lo sostiene.
📖 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
– Mateo 11:28
Y también:
📖 “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
– Marcos 12:31
Ese “como a ti misma” no es detalle menor. Es un llamado.
A tratarnos con dignidad, con compasión y con amor.
El mismo que tan generosamente damos a los demás.
Esta semana, cuídate.
Porque cuando tú estás bien, todo florece a tu alrededor.















