
Como mujer me pregunto muchas veces como ordenar mi tiempo y cada día veo que mi tiempo se acorta cada vez más y más. Las prisas del trabajo, los hijos, esposo, tener todo en orden, me reclama mi familia, amigas sin atender y sobre todo alguien que me espera cada día para hablar conmigo, y tristemente dejo esperando a mi amoroso Jesus. Pero la Biblia me dice en Marcos 13:33″Mirad, velad y Orad porque no sabéis cuándo será el tiempo».
«SIN TIEMPO».
Me hinque a orar, pero no por mucho tiempo,
tenía muchas cosas que hacer,
dije esto no es para mi.
¡No puedo perder el tiempo!
Me tengo que apurar,
pues muchas cosas hay que terminar,
y mientras decía una oración, apurada salía corriendo.
Mi deber cristiano estaba hecho,
mi alma podía estar tranquila pues el domingo había ido a la iglesia,
aunque durante el día no tuve tiempo de decir una palabra de alegría.
No tuve tiempo De hablar de Cristo a un amigo, pues temía que se riera de mí.
¡Demasiadas cosas que hacer!
Esa era mi exclamación constante.
¡No tengo tiempo! ¡No tengo tiempo!
No tengo tiempo para formarme…
no tengo tiempo para darme y sin darme cuenta se me acabó el tiempo.
Y me llego el tiempo de morir y cuando ante el Señor me presente,
Él estaba de pie y en su mano tenía un libro, el libro de la vida.
Me miró con tristeza y me dijo: no puedo encontrar tu nombre, alguna vez lo iba anotar…
¡Pero nunca tuve Tiempo!