Este es el título de la exposición temporal que podéis encontrar en Cosmocaixa Madrid. En la información se nos dice que es un viaje al mundo de lo invisible. Yo la vi hace ya unas semanas en familia, y os la recomiendo por dos motivos fundamentales.
El primero porque técnicamente merece la pena, dispone de diferentes salas donde grandes y pequeños podrán poner en funcionamiento microscopios y muestras, y sentirse científico por un día. Apreciar seres microscópicos aumentados 500, 1.000, 2.000 y hasta 10.000 veces.
El otro motivo tiene que ver con la oportunidad que esta exposición nos da de reflexionar sobre lo que está más allá de nuestro ojo humano, más allá de nuestras capacidades, de nuestros recursos, incluso más allá de nuestras creencias. Lo que no vemos, que no es lo mismo como muestra esta exposición, a lo que no existe. La exposición nos muestra un mundo “escondido” de seres desconocidos, un mundo diminuto que gracias a la tecnología ahora podemos conocerlo en profundidad.
Lo escondido puede ser sinónimo de insignificante por su pequeño tamaño, o todo lo contrario, de valioso, guardado como un tesoro.
Qué “microscopio” podríamos utilizar para tener la capacidad de ver lo que en nosotros y en los que nos rodean está escondido: sentimientos, habilidades, miedos, deseos…, y acceder así a un mundo que existe aunque no lo “veamos”.
En esta exposición podréis ver larvas de mosquitos, piojos, pulgas de agua, poliquetos, algas, protozoos… Y yo me pregunto: Con un aumento de 10.000 veces, ¿qué podríamos ver dentro de cada una de nosotros más allá de lo puramente físico?
«Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.«
Lucas 8:17
Creo que Dios tiene la capacidad de ver en nosotros a ese nivel. Me gustan estas fotos de la exposición que he seleccionado, porque «bichos» que catalogaríamos de casi repugnantes, son vistos hermosos a través del microscopio. Esa capacidad tienen también los «ojos» de Dios con nosotros.
Goyi