
Este tiempo en el que todos estamos encerrados doy muchas gracias por tener una casa con jardín.
Está siendo una primavera muy diferente. Estoy disfrutando de mi casa, de mis plantas. Lo único que me falta es mi familia, que sólo (también gracias a Dios) podemos vernos y hablarnos a través de la videollamada.

En el jardín he tenido un regalo muy especial con una de mis plantas, la cala. Este año me ha dado dos flores y eso después de cuatro o cinco años sin echar ninguna pero he tenido paciencia y he sabido esperar.

Como en estos tiempos, que la espera a veces desespera.

Os comento los cuidados de la cala:
Necesita agua abundante. Su localización debe estar entre el sol y la sombra. Es importante cortar a ras de la tierra todas las hojas. Te sorprenderá ver cómo vuelve a crecer y de una forma más vigorosa.

¡Os animo a tener una cala!
Salmo 46 : 10 Estad quietos y conoced que Yo soy Dios.
Maite