Hoy quisiera compartir con vosotras cómo hacer un cuaderno pequeño de materiales reciclados.

Para este proyecto se necesitará un rollo de papel higiénico, pincel y pintura (yo usé acrílica), hilo y aguja, papel (yo usé papel de scrap), tinta, chincheta, un botón, una cinta o cordón.

Primero se corta el rollo para poder aplanarlo un poco y se pinta por las dos caras. El mío lleva el mismo color, pero quizás el próximo será diferente. ¡Me encanta este tono de azul que encontré! (Para proyectos pequeños como éste, uso la guía telefónica para proteger mi mesa y voy arrancando las hojas usadas.)

Se corta el papel en rectángulos un poco más pequeños que el rollo de papel. Estos miden aproximadamente 8.5cm por 12.5cm. Corté 16 y los separé en cuatro libritos de cuatro paginas.

Para darle un toque de contraste, le puse un poco de color a la orilla con tinta. Usando una chincheta, se hacen tres agujeros: uno en el centro y los otros aproximadamente a 2 cm por arriba y por abajo.

Se dobla ligeramente el rollo de papel pintado y se marca donde irán los libritos. Como hice cuatro libritos, hice cuatro rayas. Los agujeros están alineados con los libritos. Intenté que fuera lo más centrado posible, usando mi regla y claramente marcando mis rayas con lápiz.

Se une un librito a la vez al rollo de papel. Espero que estas dos fotos puedan explicar el proceso. Se repite con los cuatro libritos.


En esta foto estaba terminando el ultimo librito. Se puede ver cómo van quedando los nudos por afuera, en el centro.

A la portada se le añade un botón. Yo decidí coserlo pero también se puede pegar. En la parte de atrás de la portada escribí un mensaje especial a mi amigo.

En el cartón de atrás terminé el mensaje y también hice un agujero para atar el cordón.


Y allí lo tenéis- un mini-cuaderno usando un rollo de papel.
El mensaje que dediqué viene del libro de Isaias:
pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Isaías 40:31
Con todas las actividades diarias, las rutinas, la lista interminable de tareas caseras y las dificultades inesperadas, me encanta la promesa que nos da Dios: en Él tendremos nuevas fuerzas, con Él podemos hacer las cosas sin cansarnos o quedar fatigados. Si ponemos nuestra esperanza en Dios, volaremos como las águilas.