Familia

Enseñando sobre la solidaridad en casa

Las imágenes de los refugiados en estas últimas semanas nos superan. La situación mundial de guerras, eternos conflictos y hambrunas es realmente preocupante. ¿Cómo podemos abordar estas realidades en casa?  Nuestra fe nos recuerda las palabras de Jesús:Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento;  necesité ropa, y me vestisteis; estuve enfermo, y me atendisteis; estuve en la cárcel, y me visitasteis.”  Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?  ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o falto de ropa y te vestimos?  ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, por mí lo hicisteis.”  Mateo 25:35-40

Nuestros hijos aprenden mucho más de aquello que hacemos que de lo que decimos. Nos pueden ver consternados frente a las imágenes de las noticias, pero vernos recolectar la ropa de invierno que aun está en buen estado o comprar algunos kilos de arroz o legumbres más para llevar a algún centro que atienda a personas con necesidad, será el ejemplo que llegue a su corazón, a su mente y a su misma voluntad de hacerlo ellos mismos algún día. Podemos hablar de lo mucho que hemos recibido de Nuestro Padre y lo mucho que deseamos compartir ese amor con los demás, pero hasta que no demostremos con hechos, especialmente a los menos afortunados, nuestra intención de hacerlo, no estaremos siendo coherentes con nuestras palabras. La  enseñanza de Jesús fue importante; los pequeños gestos, son grandes en realidad, y hechos en el nombre de Jesús llegan a bendecir con la bondad y el amor de Dios en gran manera. Unamos nuestras fuerzas en familia para ser solidarios y tener un impacto en nuestras comunidades. 

Como familia podemos hacer cosas juntos. Pensemos a quién podemos ayudar. Haced una lista de personas  que necesiten vuestra ayuda, ánimo o tal vez una simple visita. Hay muchas persona mayores en nuestros vecindarios que necesitan del cariño de generaciones más jóvenes.  Como familia es una buena manera de visitar y animar a persona enfermas o solas, enseñando así también el valor de la amistad y la compasión a nuestros hijos. Aquí os dejo unas ideas:

  1. Este es sencillo y personal, ¿eres buen repostero/a? Elabora unas rosquillas o torrijas o cualquier dulce y envuélvelo para regalo. Entrégaselo a un vecino o amigo que necesite un poco de ánimo, no olvides escribirle una notita que alegrará su día.
  2. Busca información en tu ayuntamiento o en tu iglesia acerca de organizaciones serias y confiables que estén ayudando en las actuales crisis mundiales. Tomaos tiempo en familia para decidir cual sea la mejor ONG, centro de acogida o esfuerzo solidario al que decidáis ayudar. 
  3. ¿Tienes tiempo? Dedícate al voluntariado en tu comunidad una vez a la semana o una vez al mes con tus hijos. Es bueno para toda la familia. Hay muchas oportunidades, tus hijos pueden pasear mascotas abandonados y acogidos en alguna protectora de animales, puedes ofrecerte a leer cuentos a niños en la biblioteca, o acompañar a personas mayores  haciendo manualidades sencillas en residencias de ancianos. 
  4. No sobreprotejas a tus hijos del conocimiento y trato con personas que  tengan enfermedades o discapacidades. Si tus hijos te hablan de alguien nuevo en le colegio este año con alguna dificultad física, hablad de ello con naturalidad  e intenta ver si hay algo que se puede hacer para apoyar a ese compañero. Tal vez ayudarle con los deberes o pasar tiempo con él conociendo y adaptándose a su situación, será enriquecedor para ambos. 
  5. Deja que alguna idea nazca de ellos mismos. Haz preguntas que les ayuden a pensar de qué manera ellos sienten que pueden ayudar a los demás. Cuándo nazca de ellos sabrás que es verdaderamente un valor que están adquiriendo y que probablemente emplearán a lo largo de su vida.  Además, esa iniciativa propia nos lleva a esos momentos tiernos, que como padres nos alegramos de ver a nuestro hijo, por ejemplo, regalar algo suyo a alguien que lo pueda necesitar más que él.

Hay muchas cosa más que podríamos añadir a esta lista y lo cierto es que cada una de ellas contribuirá a una familia más unida. ¿Por qué? Porque es más fácil mantener la perspectiva cuando toda la familia está involucrada en ayudar a los demás. C.S Lewis lo dijo bien, «Ser humilde no es pensar menos de uno mismo, si no menos EN uno mismo.» Este tipo de humildad mata otros grandes enemigos de la unidad familiar como son los rencores, las rencillas, las envidias y las comparaciones. Pensar en los demás te ayuda a valorar a todos los que te rodean empezando por los que están cerca de ti. 

Ángela

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