Crecimiento Personal

El mayor influencer

Últimamente veo a mi alrededor mucho dolor. Muchas parejas que se separan, muchos madres agotadas, desesperadas por la educación de sus hijos, muchas personas con depresión, muchos niños que sufren malos tratos, jóvenes que quieren suicidarse o que sufren acoso escolar, mucha violencia verbal y física en la televisión, en las redes sociales, en las oficinas, en los hospitales… en definitiva, gente que sufre, porque viven situaciones injustas, vidas que no quieren vivir, responsabilidades que no quieren tener y dentro de un espíritu de crítica y queja constante.

Y pienso que fácil es entrar en ese círculo vicioso, en el que el centro somos nosotros y solo vemos lo que pasa a nuestro alrededor como agentes que nos atacan y nos quitan la paz.

Pero, ¿y si miramos hacia afuera con la idea de qué puedo hacer yo para mejorar la situación (en vez de sólo criticarla)? ¿Y si me enfoco en buscar soluciones? ¿y si empequeñezco los problemas para que no me aplasten? ¿y si pongo en mi mente pensamientos positivos que me animen a dar lo mejor de mi misma?

Y entonces voy a la Biblia (donde encuentro las mejores enseñanzas para mi vida) y encuentro el texto de Filipenses 4:8 que dice: «Por los demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, algo digno de alabanza, en esto pensad.»

Y pienso, Dios nos anima a que llenemos nuestra mente de pensamientos positivos, a que pensemos en todo lo bueno que hay en cada situación y en cómo afrontarla, y no solo en lo que me interesa a mí.

Por ejemplo, en la ámbito familiar, una madre tranquila, que trata con cariño y respeto a sus hijos, que respira antes de decirles a sus hijos que están haciendo algo inadecuado, que hace de su hogar un lugar seguro y sus hijos confían en ella, que busca la comunicación, en vez de la imposición, que da amor incondicional… va a generar un buen ambiente en casa. Es tan importante dar ejemplo, las personas somos muy influenciables, pues influenciemos positivamente a los que nos rodean, seamos luz en medio de esas personas que viven con espíritu de crítica y queja.

Este domingo, el predicador de nuestra iglesia, nos animaba a aprender a estar contento en cualquier situación, como el apóstol Pablo; y nos decía que esto no sale de forma natural, y es verdad. La vida a menudo nos pone en situaciones muy complicadas, de enfermedad, de soledad, de ansiedad, de estrés, y de angustia, y no es fácil estar contento; por eso hay que trabajar en ello, y hay que buscar razones eternas. Nuestra humanidad nos impide vivir con ese gozo, sólo Dios nos puede dar ese contentamiento, entendiendo y aceptando el propósito por el que fuimos creados.

Y nuestro mejor ejemplo, el mayor influencer, lo tenemos en Jesús. Las personas cuando estaban con Él eran cambiadas, eran transformadas: si estaban enfermos, se sanaban; si estaban muertos, resucitaban; si estaban hambrientos o tenían sed, eran saciados; si estaban locos, recuperaban la cordura; si se sentían solos, Jesús los acompañaba. Jesús veía el dolor de los demás, tenía compasión y les influía con su Luz!

Yo soy seguidora de Jesús, le pido que Su Palabra me influya cada día, para ser más cómo Él y para influir y contagiar a los demás.

Y para ti, ¿quién es tu mayor influencer?

Ana Resa

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