Otro día estaba limpiando mi lavadora de ropa y me espantó el estado en que se encontraba la junta de goma que cierra la puerta. Había moho y lodo negro. Intenté limpiar con productos que tenía pero nada….

Esto suele pasar con las lavadoras de carga frontal, la fuerza centrifuga no es tan eficaz como en las lavadoras de eje horizontal, por eso hay una posibilidad de que no toda el agua se drena de la máquina y se acumula en la goma.Busqué en internet y encontré este site que tiene muy buenos consejos.
ECOCAREN
Incluso, estas fotos son suyas.
Entre los varios consejos, me gustó este:
Una vez al mes, añadir una taza de vinagre blanco destilado y una taza de bicarbonato de sodio directamente en el tambor, y otra ½ taza de vinagre y ½ taza de bicarbonato en el dispensador de jabón y dejar proceder el lavado con agua caliente.
Si el estado de tu lavadora está muy malo, puede que sea necesario utilizar cloro en lugar de vinagre y bicarbonato de sodio. Solo no olvidarse ejecutar algunos ciclos vacíos para limpiar del cloro y no estropear tu ropa cuando vayas a lavarla.
Aprendí también a utilizar menos suavisantes, pueden hacer daños a la salud y a algunas ropas en especial. Ya compré una botella de vinagre y la dejo junto al suavisante. Ahora uso mitad de suavisante y mitad de vinagre.¡Ahora sí! Está limpia mi maquina!

Mientras limpiaba mi lavadora, me puse a pensar que nuestro cuerpo y nuestra alma también necesitan una limpieza como esa vez o otra ¿a que sí?
Un médico amigo de nuestra familia nos enseño a hacer una vez por semana una desintoxicación. En este día solo frutas, verduras y zumos. De verdad que hace muy bien, limpia la piel y la sangre.
Pero, y ¿nuestra alma? Cuantas cosas guardamos dentro de nosotros que nos hace daño. La Biblia nos enseña que debemos de evaluar nuestro día, ver lo que no está bien, y buscar la ayuda del Señor para arreglarlo.
Reconocer los errores personales es saludable, pedir perdón al Señor que nos ama y quiere cuidarnos es todo una sanidad del alma. Él nos perdona y nos ayuda a ya no cometer los mismos errores. Solamente en Él podemos poner nuestra confianza de que nos limpia y nos hace fuertes y sanos.
Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. — 1 Juan 1.9
Sueli